Desde que Fernando María Castiella como ministro de Franco, consiguió que Gibraltar fuera declarado por la ONU territorio descolonizable a España le correspondía hacer lo que fuera preciso para descolonizarlo, pero no ha hecho nada para conseguirlo. El régimen de Franco no podía por razones obvias, pero los gobiernos de la Transición tampoco hicieron nada, ni siquiera Aznar, que tan buenas cosas realizó, y a pesar que las relaciones con Gran Bretaña en aquella época eran excelentes. Los gobiernos de izquierda suelen basar su política exterior en criterios ideológicos (anti americanismo, anti capitalismo, amistad con las dictaduras comunistas, tercermundismo, etc.) y Gibraltar no entraba en esos apartados.
Los socialistas cuando llegaron al poder en 1982 con Gregorio Morán como ministro de Asuntos Exteriores lo primero que hicieron fue abrir la verja de Gibraltar, sin contrapartidas, para demostrar que nuestra política exterior no carecía de buena voluntad. Pensaban que, aunque Margaret Tacher había llegado a la guerra contra Argentina por las Malvinas, como éramos una democracia nos iban a devolver el Peñón y lo único que consiguieron con la apertura de la verja fue que se escapara algún mono. A nosotros no nos respetaron tanto como a los chinos. A ellos si que les devolvieron Hong Kong, a pesar que en China no había democracia. Si nosotros no nos respetamos a nosotros mismos, no esperemos que lo hagan los demás.
En el curso de la Guerra Fría Gibraltar tenía un gran valor estratégico porque controlaba el Mediterráneo occidental, no en balde los rusos, tanto los zares como los soviéticos cuidaron su salida al mar Negro para estar presentes en el Mediterráneo oriental. Gran Bretaña, aliada de los Estados Unidos, convirtió Gibraltar en una base militar. Con la caída del muro de Berlín perdió su poder estratégico, pero Gibraltar sigue siendo un orgullo imperialista y patriotero, además de la sede de sociedades ficticias para blanquear dinero y un lavadero de dinero negro.
Para nosotros debería ser una cuestión de dignidad, la única colonia existente en Europa, pero como la izquierda ni ama a España ni a su historia… nos tenemos que conformar con decir que los británicos, y en particular los ingleses, se consideran una gente aparte. Que será por haber ejecutado a su rey casi ciento cincuenta años antes que los franceses y que dicen cosas como “niebla en el canal de la Mancha, el continente aislado” o “todos los europeos conducen mal, por la derecha” y afirman que fueron los primeros que instalaron la democracia parlamentaria cuando no es verdad. Nosotros les adelantamos 50 años con las cortes de León, según consta en un documento de las Naciones Unidas.
Ellos nunca lo dirán, y quizá muchos ni siquiera sean conscientes, pero querrían ser más como los españoles. Tienen la percepción que en España la gente es más cálida, menos estirada, más alegre (sin necesidad de alcohol), menos apegada a la tiranía de los horarios y vivimos más el momento. Saben que no nos sentimos culpables por echarnos la siesta, que disfrutamos con el sosiego de una larga comida, que tratamos con más afectuosidad a los niños y a los ancianos. En resumen, que en España se vive mejor.
Enrique Gómez Gonzalvo, 13-04-2023, Referencia 271