El Partido socialista ha oscilado siempre entre la línea reformista, socialdemócrata (que en la república encabezó sin éxito Julián Besteiro) y la vía revolucionaria (dirigida en aquella época por Largo Caballero, el llamado «Lenin Español»). Durante la Transición Felipe González renunció al marxismo, pero la moderación se terminó con él. Llegó Zapatero que pactó con los separatistas y Sánchez con los comunistas, cosas que no han hecho ningún partido socialista en Europa.
Pedro Sánchez legisla, no para solucionar los problemas reales de la sociedad sino por criterios ideológicos. Él y su gobierno hablan de multiculturalismo, de derechos humanos, de alianza de civilizaciones, de progreso, de indigenismo. También de anti capitalismo, de nacionalismos fraccionarios, de solidaridad, de intolerancia, de las vallas en la frontera de Melilla. Les preocupa el cambio climático, el sufrimiento animal, la contaminación que producen los coches, los miles de personas que quieren entrar en Europa, “los miles de niños que en Madrid van buscando en los contenedores de basura”, etc.
Buscan la paz universal (en 2014 Sánchez afirmaba que sobraba el ministerio de Defensa), terminar con los ricos y los malditos capitalistas como Amancio Ortega de Inditex y Juan Roig de Mercadona. Defienden las dictaduras de Cuba y Venezuela. Por eso y porque las tropas españoles desertaron de la guerra de Irak, para los Estados Unidos, tanto Zapatero como Sánchez no son más que unos “putinejos” traidores en los que no se puede confiar.
Su política es una mezcla de ingenuidad (pensamiento Alicia le llamaba Gustavo Bueno) y de mala fe, pues tratan de cambiar los valores de la sociedad y la desaparición de la tradición católica es uno de sus ejes fundamentales. Expulsando la religión de la vía pública España se convertiría en un país totalmente laico. Mientras, los problemas de los españoles que son muchos y muy serios, no se abordan. El primero y más importante es el de la lengua. En un tercio de España no se puede estudiar en la lengua común que hablan en el mundo 600 millones de personas. Se pueden cerrar los ojos para no verlo, pero esto solo puede ocurrir en un país que esté en trance de descomposición.
Tenemos la peor enseñanza pública de Europa, las tasas de paro de adulto y juvenil el doble de la media de la Comunidad, el sistema económico de menor productividad, la economía menos competitiva, la energía más cara y no se respeta la propiedad pues pasan de 15.000 las viviendas okupadas.
Enrique Gómez Gonzalvo, 11-04-2023 Referencias 402