Habiendo fracasado las autonomías en su intento de dar acomodo a sectores nacionalistas el régimen autonómico, según algunos partidos, debería desaparecer, o al menos volver al Estado central las competencias de educación, orden público y sanidad y solo se quedarían con cultura, folklore y poco más.
Con el espíritu de consenso en la transición se admitieron cosas inadmisibles, cosas que no se pueden tolerar porque son peligrosas para el futuro. No se tuvieron en cuenta los errores del pasado, como lo que ocurrió durante la Primera República.
Además de carísimo es un sistema perverso que ha permitido que el Estado haya sido troceado y entregado a cada uno de los reyezuelos de las comunidades y lo que queda en Madrid es un símbolo. Todos esos reyezuelos hacen lo mismo, se atrincheran en su territorio buscando las diferencias que ahora les llaman señas de identidad. Se trata de una expresión, insidiosa, ambigua y peligrosa porque supone la existencia de una identidad desde el origen de los tiempos diferente a las de las otras comunidades.
Las diferencias que encuentran unas veces son accidentales y otras ridículas. Por ejemplo, la butifarra y la sardana ¿son señas de identidad de Cataluña? ¿Es importante que el baile regional en Aragón sea la jota y en Cataluña la sardana? Pero a veces, son peligrosas. Por ejemplo en Andalucía el hecho diferencial que encontraron fue que ellos estuvieron invadidos más tiempo por los árabes, hasta 1492 en que fueron liberados por los Reyes Católicos.
Todas autonomías quieren “recuperar” lo que les han robado en la distribución de las subvenciones y de las infraestructuras, lo que constituye una imposibilidad metafísica y ya se está comprometiendo la unidad de mercado.
La inmensa mayoría de los que viven en España se sienten españoles, están orgullosos de ser españoles, quieren vivir juntos y tener un solo estado que los represente, los proteja y que le bajen los impuestos para que no sean los que más tienen que trabajar de toda Europa para mantener a esa legión de políticos y burócratas, pero la supresión de las autonomías será difícil porque nadie querrá dejar su puesto en el que están divinamente colocados.
En la lucha contra la pasada pandemia y crisis económica han demostrado ser una auténtica catástrofe produciendo una situación de caos. Era imposible poner de acuerdo a todas, porque todas tenían “hechos diferenciales.”
Este país de labriegos que decía Ortega algún día tendrá que reaccionar antes que el cantón de Cartagena declare la guerra al de Totana. Antes que, como muchos desean, aparezca un cirujano de hierro, un poder unificador, para reconstruir el Estado.
Enrique Gómez Gonzalvo, 13-09-2022, Referencia 602