El protestantismo se ha estudiado siempre como un problema moral. Se consideraba que la Iglesia católica estaba muy corrompida, tenía muchos problemas y entonces apareció un fraile reformador llamado Martín Lutero dispuesto a poner orden entre la jerarquía eclesiástica. Pero aquello, según Roca Varela, no era un problema religioso, era una cuestión de poder.
Reformadores y herejes han habido muchos en la historia, pero si el luteranismo llegó a ser algo importante es porque se convirtió en la ideología que sustentó la rebelión de los príncipes alemanes contra el Emperador Carlos V.
El Sacro Imperio, en una época en que el poder feudal casi había desaparecido en el sur de Europa, seguía siendo una estructura de carácter feudal y su poder era débil. El nuevo emperador Carlos era muy poderoso, no por su condición de emperador sino porque disponía de una enorme herencia por parte de su madre, el ducado de Borgoña, la zona más rica y más moderna de Europa. Y estaba decidido a mandar más que todos sus antecesores desde el siglo XII y a introducir grandes cambios en la estructura del Imperio.
En definitiva, el joven Emperador intentaba crear una gran unidad política en la Europa Occidental, una recreación del Imperio romano y contaba con el soporte ideológico de la Iglesia católica que tenía un planteamiento universalista. Pero, los príncipes alemanes no estaban dispuestos a que nadie tocara su poder.
Lutero les ofreció la creación de una iglesia nacional vinculada a sus propios territorios y además les permitió apropiarse de los bienes de la iglesia y de los bienes de todos que no aceptaran la nueva religión. A cambio, serían ellos, los que podrían el dinero, los que pagarían a los curas rebeldes y, a cambio serían los jefes de las iglesias nacionales.
De esta forma las nuevas religiones y los poderes políticos locales se fortalecieron mutuamente frente al Emperador, ellos se hicieron inmensamente ricos y la Reforma pasó de ser un conflicto religioso a un conflicto de poder muy violento. Los príncipes se convirtieron en obispos y el rey de Inglaterra fue el jefe de la Iglesia hasta el año 2012 que renunció a favor del obispo de la capital y hoy todavía ostenta el título de Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra.
A las guerras con el Emperador, que se llamaron de religión, se unieron los enfrentamientos entre los mismos príncipes por cuestiones territoriales, que dejaron a Alemania en una situación de postración y de pérdida demográfica muy superior a la de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y de la que no pudo salir hasta el siglo XIX.
Enrique Gómez Gonzalvo 7-07-022 (Referencia 580)