La falsifican porque si convencen a las nuevas generaciones que Franco era muy malo los que lo odian tanto tienen que ser los buenos. Y esta falsificación ha sido tan intensa que los jóvenes actuales no se hacen una idea de la España de aquella época.
En 1917 se produjo la Revolución bolchevique en Rusia, lo que influyó poderosamente en el devenir de todos los países.
La Segunda República española proclamada en 1931 tampoco fue un oasis de paz y prosperidad. España todavía era un país subdesarrollado con mucha desigualdad entre las diversas regiones y entre el campo y la ciudad, pero sobre todo era enormemente violento.
En el año 1934 se produjo en Asturias una rebelión de carácter bolchevique contra la República, en la que había 30.000 hombres armados. Ni en la toma del Palacio de invierno había tanta gente preparada para matar.
En los 6 meses y medio anteriores a las elecciones del 36 murieron en España más de 400 personas por motivaciones políticas, la última víctima fue el jefe de la oposición Calvo Sotelo. Lo asesinaron de dos tiros en la nuca los escoltas de Indalecio Prieto a las puertas del cementerio.
La situación en aquellos años era tan caótica que, el mejor historiador hispanista vivo, Stanley Payne casi ha llegado a legitimar el golpe de Franco que trajo la pacificación del país.
La Guerra Civil, pues, no fue una rebelión de la derecha cerril, fascista y militarista contra una bucólica república ilustrada y democrática. Fue en su origen una lucha a la desesperada de la derecha religiosa, política y social para evitar su aniquilación por una izquierda sectaria y decididamente revolucionaria.
El director del Alzamiento fue Mola, no fue Franco, que solo se apuntó, como tantos otros, cuando se convenció que no había otra salida y que era preferible morir en el campo de batalla que en la cama delante de sus familiares.
La ideología de aquellos generales era absolutamente derechista, pero no eran fascistas. Les apoyaron los intelectuales que crearon la República, Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, los jefes de la CEDA y todos sus cuadros, Lerroux con todo el Partido Radical, los monárquicos, los liberales y todos los católicos del mundo.
Defendían la propiedad privada, la religión, la idea nacional, pero fundamentalmente eran anticomunistas y dijeron no al comunismo. Es cierto que había poca libertad, pero como en el bando republicano
Enrique Gómez Gonzalvo, 26-06–2022 , Referencia 581