No creyendo en espíritus, dioses, magos, curanderos, ángeles o demonios, pero sí en la neurociencia, ésta nos dice que la espiritualidad es una facultad mental, como la memoria, la inteligencia o el lenguaje y que así como hay personas muy inteligentes, hay otras en las que la espiritualidad está muy desarrollada. Como ocurre siempre, para su crecimiento precisa un ambiente apropiado y, por ejemplo, si Mozart hubiera nacido en África no tendríamos su música, como tampoco habría llegado a hablar correctamente si hubiera vivido completamente aislado hasta determinada edad.
Hay una espiritualidad que se refiere a la búsqueda de la trascendencia, a encontrar sentido a la vida, a establecer relaciones o conexiones con una realidad superior, pero también existe espiritualidad en cosas que nada tienen que ver con lo sobrenatural, como la audición de música que nos emociona, la visión de una bella puesta de sol, el acto de admirar un cuadro de pintura u otro tipo de expresiones artísticas o la llamada vocacional que de pronto sienten algunas personas y que les impulsa a ingresar en una orden religiosa o en un partido político.
El sustrato neurológico está en el lóbulo temporal, muy próximo a la zona de la sexualidad. Es una parte del cerebro muy lejos de la corteza cerebral, de la zona racional y pertenece al sistema límbico, que es el sostén del cerebro emocional, el que está encargado de la supervivencia. Se trata de estructuras arcaicas que ya existían en seres que nos precedieron en la evolución. Esto explica que nos entendamos tan bien con los animales de compañía a través del lenguaje no verbal.
Los creyentes dirán que estas estructuras, que también permiten la existencia de la religión, fueron puestas por la divinidad para que nos pudiéramos relacionar con ella y los no creyentes que existen porque han representado una ventaja para la evolución y que las religiones surgieron para dar una explicación a los fenómenos de la naturaleza, a la génesis del universo y a nuestro incierto futuro, aunque la realidad es que no explicaron nada.
La espiritualidad no tiene nada que ver con las religiones; es innata mientras que la religión es una construcción social. Si que tiene relación con el budismo, jainismo, taoísmo, confucionismo, hinduismo, que aunque algunos las llaman religiones no lo son porque no tienen dioses, son corrientes filosóficas que deben ser estrictamente definidas como ateas.
Enrique Gómez Gonzalvo, 12-05-2022, Referencia 2022