EL CEREBRO DEL BEBÉ

                                                      

El cerebro de un niño al nacer posee cien mil millones de neuronas,  las mismas  que estrellas   la Vía Láctea,  pero es un cerebro  inmaduro porque las conexiones de las neuronas de las que depende la inteligencia son escasas. Ese cerebro, que abandonado a su suerte perecería, pretende entender  y conocer el universo. Y, como tiene prisa,  desde el mismo momento del nacimiento se produce una verdadera explosión  en la formación de sinapsis y las  neuronas no activas desaparecen.

  La actividad de esos  millones de neuronas, conectadas millones de veces, es lo que   llamamos nuestra mente. Ese trajín  le permite al bebé aprender con mayor rapidez que a los adultos y, esta  gran capacidad de aprendizaje, es especialmente intensa en los idiomas.  Si hablamos con el bebé, y participamos activamente en sus juegos y movimientos,  alentaremos y favoreceremos el crecimiento y desarrollo de su cerebro y especialmente la parte del mismo encargada del lenguaje.

Hasta los 6 meses el bebé es muy plurilingüe y si  a esta edad va a un país  con un idioma diferente, distingue el sonido  del  nuevo idioma del de su mamá.  Hasta los siete años si se aprenden dos idiomas a la vez,  los dos tienen la misma  área en el cerebro y las mismas células activas y es a  partir de los 12 años cuando existen zonas diferentes para cada uno.  Esa gran capacidad de aprendizaje decae a partir de los siete años.

Normalmente aprendemos o memorizamos el 90 % de lo que hacemos, el 30 de lo que vemos, el 20 de lo que oímos y el 10 de lo que leemos. Es muy importante la atención y sobre todo la motivación.

Para aumentar el rendimiento escolar, el Dr. Facundo Mate aconseja dormir 8-9 horas diarias y una alimentación adecuada. Un desayuno abundante y sin grasas aumenta hasta un 15-20 % el  rendimiento escolar. También es importante una buena hidratación, hasta 5-6 vasos de agua al día.

  La actividad física antes del examen  mejorará la evaluación. Lo mismo si se evita   el estrés y la ansiedad con ejercicios de inspiración y espiración antes del examen. Por el contrario,  el estrés tóxico en la primera infancia desencadenado  por factores como la pobreza familiar,  la violencia,  el abandono y la carencia de vínculos familiares fuertes y reconfortantes influirán negativamente  en su evolución.

El cerebro termina su desarrollo  pasados los 20 años, siendo la última zona  en hacerlo  el   lóbulo frontal, que es  el que nos permite tener pensamientos  abstractos, la toma de decisiones,  el control de los impulsos y el que nos hace humanos. Es  debido a ese retraso en terminar su crecimiento por lo   que los adolescentes son impulsivos, pero aunque a esa edad el crecimiento haya terminado,  nuevas neuronas irán apareciendo a lo largo de la vida que si se les hace trabajar  establecerán sinapsis o  de lo contrario desaparecerán con prontitud.

            Enrique Gómez Gonzalvo  23-04-2022 Referencia 540


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