
El catolicismo forma parte de nuestra cultura hasta tal punto que nuestra civilización, con 2.000 años de historia, no se puede desligar de ese legado cristiano sedimentado a través de los siglos y que hemos de defender por ser la herencia de nuestros padres. El amor al prójimo, la esperanza, el perdón, la fraternidad, la igualdad, la misericordia, la tolerancia y los derechos humanos están profundamente arraigados en nuestra idiosincrasia. También la idea del bien y del mal y en general lo que está bien y lo que está mal, lo que es moralmente aceptable, todo viene de la iglesia, de la fe católica, de la cultura católica, de la moral católica.
La conciencia de la dignidad personal, la idea que entre el rey y el villano no hay nadie, que al rey la hacienda y la vida se han de dar y todo eso… tan arraigado en el pueblo español viene de la idea que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Este concepto de la igualdad al nacer no existe en Inglaterra donde llegan a este mundo con la escala social ya instalada en el cerebro. Lo mismo ocurre con la creencia que el hombre es portador de unos derechos naturales, entre ellos los de la vida, la libertad y la propiedad y que la ley debe proteger especialmente a los débiles. También la separación de la Iglesia y del Estado estaba ya presente en aquello de “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Los precursores del liberalismo fueron el jesuita Juan de Mariana y los teólogos humanistas de la escuela de Salamanca, que se adelantaron a John Locke, el que estableció las primeras reglas de la democracia. Por eso los católicos y los liberales comenzaron a llevarse bien cuando el liberalismo en el primer tercio del siglo XIX se despojó de su contaminación masónica.
Por estas raíces tan profundas, aunque en el terreno individual la cuestión religiosa es un asunto particular que cada uno gestiona como quiere o puede, el Estado no puede imponer una filosofía laicista y de negación de la presencia cristiana. Debe respetar las tradiciones y la religión mayoritaria de nuestros antepasados. Esto es lo que quiere la mayoría.
Enrique Gómez Gonzalvo 4/06/2021 Referencia 400