MARTÍN LUTERO

                                                 

Primogénito de una familia pobre de 9 hijos, de padre minero y  madre muy devota, sometido a  una educación con crueles castigos y trato duro, fue un niño huraño y desconfiado.  Poco viajado, presentaba problemas de  obesidad acompañada de  trastornos alimenticios, con  periodos de  bulimia seguidos de semanas de ayuno. Profundamente antisemita,  a quien más odiaba  era  a los españoles y a los italianos.

Toda esa historia del monje agustino, que escandalizado del espectáculo  bochornoso,   desafía el poder de Roma clavando las 95 tesis en la puerta de la iglesia de  Wittenberg, es falsa.

La realidad es que, sin la protección del príncipe de Sajonia, Martín Lutero no habría  pasado de ser un fraile rebelde. Los príncipes alemanes abrazaron la Reforma porque era el motivo que buscaban para romper con el Emperador.

Tras abandonar la vida religiosa,  casó con una monja y,  desde  su magnífico palacio de 30 habitaciones que recibió como regalo de bodas de los príncipes alemanes, vivió rodeado de lujos, tras producir un cisma en la Cristiandad que cambió Europa para siempre.

 Admitiendo teológicamente  el hecho de que si un príncipe cambiaba de religión podía  obligar a todos sus súbditos que se convirtieran  a ella, Lutero fue el responsable  de las  gigantescas confiscaciones de bienes por parte de los príncipes alemanes,  con las que se hicieron inmensamente ricos,  pues 1/3 de las propiedades del Sacro Imperio, que era aproximadamente lo que hoy es Alemania, cambiaran de mano.

Considerado entre los suyos como el héroe nacional, la propaganda luterana lo ha  presentado como el símbolo de la modernidad frente al catolicismo, que representaba el oscurantismo medieval, incapaz de asumir los cambios que se habían  producido por el paso del tiempo y que  obstaculizaban  el camino hacia la libertad. Nada más lejos de la realidad. Profundamente intolerante, como todas las religiones en aquella época,  nunca  permitió  que sus conciudadanos pudieran ser católicos, calvinistas o de otras religiones. Serían luteranos o no serían.

Al convertir  a los príncipes alemanes en obispos que gobernaban sus regiones, se produjo  un retroceso en el camino hacia la libertad. Proclamaba que los reyes, elegidos por Dios, deberían  ser los únicos capacitados para dictar leyes, lo que representó un  inmenso atraso. Ningún rey católico tuvo nunca tanto poder.

 Con su Reforma  cortó el progreso en la Alemania del siglo XVI, impidió su unificación y condenó al país a un sistema feudal ya abolido en el resto de Europa

Considerado por algunos como precursor  de la  Ilustración,  Lutero dijo que la razón era la mayor puta que tiene el diablo  y consideró  el racionalismo como el gran enemigo que tiene el ser  humano.

 Fue el gran responsable de las guerras de religión, que  terminaron dejando a Alemania en una situación de postración, pues  además de los conflictos con el Emperador,   las llamadas guerras de los campesinos,  asolaron el continente durante varios siglos.

Para nosotros,  ha sido   uno de los responsables de la hispanofobia y  de la supremacía moral de los europeos protestantes sobre los europeos católicos, de los europeos del norte sobre los los del sur.

En 1923 Hitler elogió a Lutero, y lo llamó el mayor genio alemán, que «vio al judío como nosotros hoy empezamos a verlo».

               Enrique Gómez Gonzalvo 4/02/2021 Referencia 543


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