
Según el profesor Daniel López Rosetti no somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan. Esto es así porque la razón en el curso del proceso evolutivo es una recién llegada, apareció hace apenas 120.000 años con los neandertales o los cromañones mientras que las emociones lo hicieron con los mamíferos hace 300 millones de años. Por ello, nuestras bases son las emociones y los sentimientos.
Dice el Dr. Rosetti que no somos lo que pensamos, somos lo que sentimos. El 90 % de nuestro comportamiento es emocional y no racional. Somos una mezcla de emociones y sentimientos y nos calificamos por la proporción de cada uno de ellos, cuanto de ira, cuanto de miedo, cuanto de amor, etc.
Antes de la aparición del lenguaje, que es muy reciente, nos comunicábamos a través de las expresiones faciales, es por lo que decimos que la cara es el espejo del hombre y que las emociones tienen rostro. Así está el rostro de la alegría, el rostro de la tristeza, el rostro de la sorpresa. El que tiene miedo pone cara de miedo, el que está triste pone cara de tristeza, etc. Y esto no se aprende, viene de fábrica.
Nadie puede consolar a nadie con la razón, ni como familiar ni como médico ni como amigo. Se le puede acompañar emocionalmente, que no es poca cosa, pero no se le puede decir que no tiene razón en llorar, porque no es verdad y además hace bien en hacerlo.
La inmensa mayoría de las decisiones que tomamos, que son miles cada poco tiempo, aunque creemos que son “pensadas” en realidad han sido tomadas por nuestro cerebro emocional. Como dice el profesor Rosetti “el corazón decide y la razón justifica”.
Por esto es esencial aprender a identificar nuestras emociones y las de nuestros semejantes. Una decisión racional que no esté en consonancia con nuestras emociones no se sostiene en el tiempo y dañará sin duda nuestra salud.
Controlar los sentimientos propios es muy difícil porque la capacidad de someter los sentimientos a la razón normalmente fracasa, mandan los sentimientos y las emociones, no la razón.
Los animales solo comparten con nosotros las emociones más primitivas que son las llamadas emociones básicas, el miedo, la sorpresa, la ira, el asco, la alegría. Pueden sentir placer y dolor, pero no podemos saber si son conscientes de ello. Después aparecieron las emociones secundarias como el orgullo, la culpa, que nos diferencian de otras especies y dependen del contexto social.
Finalmente, cuando la emoción pasa por el intelecto, por la corteza cerebral se convierte en sentimiento.
Enrique Gómez Gonzalvo 9/!2/2020 Referencia 589