
En el año 1936 España vivía en una situación caótica. Solo en los 6 primeros meses se produjeron 400 asesinatos a manos de anarquistas, socialistas y falangistas.
El 13 de Julio los guardaespaldas de Indalecio Prieto secuestraron en su domicilio al jefe de la oposición Calvo Sotelo, lo llevaron al cementerio y allí le dieron un tiro en la nuca.
Prieto creía que con su provocación se rebelarían solo unos pocos militares, lo que les serviría para implantar la dictadura del proletariado en nombre de las clases populares. Decían, tenemos todo para ganar. Tenemos las grandes ciudades, tenemos las minas, tenemos el oro del Banco de España y los rebeldes no tienen nada. Se olvidaban que Gil Robles había dicho que media España no se resistía a morir y, efectivamente, a los militares les siguió la media España que había votado a la derecha.
Desencadenada la guerra, aunque no fue tan cruel como las guerras carlistas, por ambos bandos se produjeron actos de barbarie, si bien la fosa más grande de cadáveres está en las cunetas de Paracuellos.
A medida que avanzaba la guerra, las tropas nacionales eran recibidas en los territorios liberados con más entusiasmo. En Barcelona 400.000 catalanes aplaudieron en las Ramblas a Yagüe cuando liberó la ciudad del terror rojo. Esos mismos catalanes, 40 años después cuando murió Franco se volvieron de repente nacionalistas y anti franquistas.
Se repetía lo que ocurrió con la proclamación de la Dictadura de Primo de Rivera. Todos, menos Unamuno y Azaña, aclamaron al cirujano de hierro que deseaba Joaquín Costa. La burguesía catalana acompañó con chistera, ahí están las fotografías, a don Miguel Primo de Rivera a la estación cuando iba a Madrid a rebelarse y cuando cayó la Dictadura todos eran republicanos. Así es la condición humana, tirando a vil.
En la memoria popular, Franco se asocia después de la pacificación, con el desarrollo económico, bajísimos impuestos y escasa delincuencia.
Como detalle anecdótico Fuentes Quintana en 1973 propuso una gran subida de impuestos con los argumentos que proponen todos los ministros de hacienda en todas las épocas y en todos los países, diciendo que hay que equiparar nuestra fiscalidad a la de los países de nuestro entorno, que hay que imponer la llamada “justicia distributiva”, que el pueblo demanda más servicios públicos. Franco, que no sabía de economía, no la apoyó. Quizá intuyó que los impuestos impedían el crecimiento económico. Este plan solo se aplicó tras su fallecimiento con el propio Fuentes como ministro de Economía y Francisco Fernández Ordóñez de Hacienda.
Franco incorporó España al primer mundo, el mundo desarrollado, con una importantísima industrialización Con el fabuloso desarrollo económico, la clase media que se venía formando desde la Restauración, el franquismo la extendió y casi la universalizó. Los obreros se convirtieron en pequeños burgueses. Muchos de ellos poseían su propia casa, aparte de automóvil, televisor y electrodomésticos, etc.
Aunque lo vuelvan a sacar nuevamente de su tumba, el siglo XX en la Historia de España siempre será el siglo de Franco porque fue la personalidad política más decisiva. Serán cada vez más los que “comprenderán” el golpe militar.
Es cierto que el régimen de Franco fue una dictadura, pero puestos a dictadura mucho mejor la de Franco que la de Prieto, Negrín y Largo Caballero.
Enrique Gómez Gonzalvo 6/12/2018 Referencia 311