El rencor es individual, se dirige a una persona no a toda la humanidad. Es producido por una ofensa real o imaginaria que el “ofendido” no puede olvidar ni perdonar y que necesita nuevos motivos, reales o imaginarios para alimentarlo.
El resentimiento por el contrario, no se dirige a una persona sino a todo el mundo o a un amplio colectivo y libera emociones como la maldad, el odio, los celos, la envidia…
El propósito del resentido es obtener una victoria en el largo plazo y llevar a cabo una venganza. En el caso de Pedro Sánchez su resentimiento se dirige a toda la clase política, sobre todo a sus compañeros socialistas, porque en octubre de 2016 tuvo que dimitir como Secretario General de su propio partido, y a Pablo Iglesias porque una vez lo humilló. Todos ellos son sus enemigos.
El rencor, el resentimiento, la envidia, el impulso de venganza y otras pasiones análogas, se ocultan todo lo posible porque se consideran vergonzantes y se suelen acompañar de una pose de campechanería y verborrea.
Lo contrario del resentimiento es la generosidad. El antídoto, como no pueden olvidar, es el perdón porque éste es una virtud, no una pasión, y pueden hacerlo por imperativo moral. Como dijo Dalai Lama“Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo.”
En el caso de Sánchez, el rencor se acompaña de una egolatría sin límite que es la causa de su hipersensibilidad a la crítica.
Además de individuos resentidos, hay clases resentidas, etnias resentidas, colectivos resentidos, ideologías resentidas, naciones resentidas y partidos políticos resentidos.
Es por resentimiento que el Partido Socialista puso en marcha la llamada Educación para la Ciudadanía. Pretende conseguir que los españoles odien a Franco, el jefe político y militar de aquella media España que le siguió cuando se sublevó contra aquella República que les estaba matando, como hizo con el jefe de la oposición Calvo Sotelo.
Es por resentimiento que el partido comunista de Podemos se ha inventado ese feminismo radical y ese ecologismo y animalismo salvajes porque, como dice Garzón, los trabajadores no les votan.
Ha habido grandes resentidos en la historia. Caín, que asesinó a Abel por la preferencia divina por su hermano Abel. Tiberio, descrito en esa gran obra del doctor Marañón “Tiberio: historia de un resentido”, a pesar de ser emperador de Roma. Robespierre, que sentía pena cuando tenía que estar agradecido. Sabina que dijo “veo Tele Cinco para poder odiar a la humanidad”.
Disfrazado de idealismo, el resentimiento alcanza su máxima expresión en los momentos revolucionarios. Es lo que les impide a muchos anarquistas, comunistas y terroristas renunciar a la tortura, al asesinato o al genocidio, pues la piedad para ellos no es más que un despreciable e ingenuo “prejuicio burgués”.
Muchos resentidos, los que creen que la sociedad no les ha dado a ellos lo que se merecen, se refugian en partidos de izquierda.
Los resentidos, sean personas o partidos políticos, son muy peligrosos porque pueden llegar a terminar “morir matando”.
Enrique Gómez Gonzalvo 18/08/2020 Referencia 472