
¿Por qué el nazismo y el fascismo no sobrevivieron a Hitler y Mussolini, mientras que el comunismo persiste, aunque sus máximos representantes, Marx, Trosky, Stalin, Mao y Pol Pot fueron igual de asesinos?
¿Por qué el comunismo es la fórmula intelectual que, tras su fracaso, sigue cautivando a tantos intelectuales, artistas, profesores, periodistas y no escarmientan en cabeza ajena?
Banderas rojas con la hoz y el martillo, retratos del asesino Che Guevara o de los genocida Lenin y Stalin son parte habitual de las protestas de una izquierda que, eso sí, se escandaliza hipócritamente cuando ve una bandera nazi.
No se trata de que unos sean mejor que otros: ambos son despreciables y responsables de terribles crímenes, pero la diferencia de las reacciones que unos y otros producen no sólo reflejan una profunda hipocresía sino una grave enfermedad moral que aqueja a buena parte de Occidente.
Los antiguos comunistas de la Europa occidental continúan diciendo que la doctrina es buena, pero que se aplicó mal. Se aplicó mal en la URRS, en Armenia, en Bulgaria, en Checoeslovaquia, en Alemania Democrática, en Hungría, en Yugoslavia, en China, en Cuba, en China, en Laos ,en Vietnam, en Corea del Norte, en Camboya, en Mongolia, en Etiopía, en Mozambique, en Polonia, en Rumanía, en Somalia, en Yemen del Sur, en República Popular del Congo, en Angola, en Benín, en Chipre, en Moldavia, en Nepal, en Afganistán, en Estonia, en Azerbaiyán.
El comunismo, ni en la URRS ni en ningún otro país en los que se implantó ha sido derrotado por una potencia extranjera sino que se autodestruyó materialmente, desmoronarse en polvo porque se asentaba sobre la nada.
Algunos piensan que la buena prensa del comunismo se debe a que Stalin fue uno de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Pudo ser una explicación en los primeros momentos.
Los psicólogos dicen que la razón está en la naturaleza humana. En nuestro cerebro priman las emociones sobre los razonamientos y cuando una ideología se acepta con una fuerte carga emocional, será difícil erradicarla con razonamientos intelectuales.
Otros dicen que la utopía es un mito tan potente que sirve como venda para taparse los ojos ante el más palpable de los fracasos.
Para otros la base está en el resentimiento: la pobreza de unos se debe a la riqueza de otros. Piensan que si quitamos el dinero a los ricos y lo repartimos, todos viviremos mejor. Y, como dice Escohotado, en el fondo los seres humanos siempre hemos querido una libertad que no fuera responsabilidad.
Alguien les debería recordar que en Alemania del Este, el gobierno comunista tuvo que construir el Muro de Berlín, una gigantesca valla de cemento armado rodeada de alambradas y vigilada por soldados que abrían fuego, no a los que querían entrar sino a los que querían salir.
Deberíamos aprender de Ucrania, donde el comunismo y el nazismo están prohibidos y no se permite la propaganda y los símbolos de esos partidos.
Enrique Gómez Gonzalvo 3/07/2019 Referencia 211