Los estigmas místicos son esas lesiones cutáneas que aparecen en algunas personas, normalmente en las palmas de las manos, dorso de ambos pies y en el tórax, en los mismos lugares que Jesucristo las tuvo durante su tortura y crucifixión. Han de aparecer espontáneamente y son considerados como hechos milagrosos, tras descartar los auto provocados fraudulentamente.
Aunque se han descrito algunos casos en otras religiones, como en el protestantismo o incluso en religiones no cristianas como entre los islamistas sufíes, este fenómeno se produce casi exclusivamente entre católicos.
El número total de estigmatizados estudiados o conocidos es de 380. El primer caso descrito fue San Francisco de Asís. Le surgieron los estigmas en 1224, solo dos años antes de su muerte. En sus manos y pies aparecieron lesiones parecidas a las llagas de Cristo y en su costado surgió una llaga que sangraba frecuentemente. Estas lesiones aparecían y desaparecían.
Uno de los últimos casos ha sido el del padre Pío Pietrelcina, tan reciente que falleció en 1968. Sus estigmas eran heridas profundas en el centro de las manos, de los pies y en el costado izquierdo, de las que le manaba sangre y que llevó durante 50 años.
Aunque los dos casos anteriores son varones, suelen ser mujeres con unas características comunes: profunda religiosidad, muy identificadas con Cristo crucificado, viviendo en ambiente muy religioso y no muy inteligentes. Casi todas han tenido además episodios de éxtasis. Santa Teresa de Jesús, en cambio, con numerosos éxtasis místicos, fue una excepción.
Para los médicos, sin negar la intervención divina, los estigmas místicos son las llamadas púrpuras cutáneas (hemorragias en la piel), producidas por un trastorno psicológico. Pertenecen a los llamados en psiquiatría trastornos de conversión, que reciben este nombre porque el enfermo “convierte” un trastorno psicológico en un estado patológico, o sea, en una enfermedad.
Hasta hace poco a los trastornos de conversión se les conocía con el nombre de trastornos histéricos o enfermedades psicosomáticas.
Enrique Gómez Gonzalvo, 12-06-2019 Referencia 167