Cataluña está dividida en dos mitades, no en ricos y pobres, no en derechas e izquierdas, no en monárquicos y republicanos, no en religiosos y agnósticos, sino en los que quieren imponer una lengua y los que quieren utilizar la que más les convenga en cada momento y en total libertad, entre quienes se sienten españoles y quienes los atacan, entre los que pueden matricular a sus hijos en su lengua materna y los que no pueden hacerlo, entre los que se consideran pertenecer a una casta superior antiespañola y una casta inferior que es la española, entre los que piensan que España es de todos los españoles y los que creen que la soberanía no resida en la totalidad del pueblo español, sino en los diversos pueblos que viven en la Península ibérica. Cuando esto ocurre en un país, algo grave está pasando.
Los independentistas no son muchos, pero se reducen a dos profesiones con gran influencia en la sociedad, periodistas y profesores. Son gente mala que no soportan a los que no son como ellos, incapaces de convivir con los no separatistas porque los que no les obedecen en el odio a España no son catalanes. Insultan a España, a los españoles, a la democracia, al rey, al gobierno, a todos los tribunales y al sistema político constitucional. Dicen que los catalanes no independentistas quieren españolizar Cataluña, cuando está españolizada porque siempre ha sido España.
Si la finalidad del Partido socialista a los largo de la historia era la de cambiar las estructuras sociales, la actual alianza de los socialistas con los independentistas indica que el PSOE no ha entendido nada y esto le condenará a la futura irrelevancia política. Lo mismo le ocurrirá a UGT que se ha manifestado en Cataluña en contra de la enseñanza en español en las escuelas.
Así como después de la Segunda Guerra Mundial fue necesario desnazificar a la sociedad alemana, cuando pase esta locura será necesario curar a esa parte de la sociedad catalana enferma también de supremacismo. El daño que se ha hecho es tan profundo y el poder de los nacionalistas durante estos 37 años ha sido tan inmenso que la curación llevará tiempo, por lo menos dos generaciones, pues una parte de los catalanes se sienten tan superiores como los alemanes que se consideraban con derecho a gobernar el mundo.
Enrique Gómez Gonzalvo Terminado 07/09/2018 Referencia 273