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Ningún historiador ha escrito la biografía de Jesús por falta de datos lo que demuestra que no fue muy importante en su tiempo. El único que lo menciona es José Ben Matías, más conocido por su nombre romano Flavio Josefe, que le dedicó unas pocas líneas. Nos dice que Jesús fue un galileo nacido de José y Miriam, primo hermano de Juan Bautista, miembro destacado de la secta de los ebionitas que pertenecían a los esenios. Fue crucificado como rebelde por el gobernador romano y su hermano Lago (Santiago) resultó muerto a pedradas por judíos que le acusaban de apostasía.
Este par de líneas pueden considerarse fidedignas, sin que se excluya tampoco la posibilidad de algún “añadido”. Todos los demás datos que conocemos proceden de los Evangelios.
Cuatro décadas más tarde Tácito menciona a «un tal Cristo, condenado a muerte durante el reinado de Tiberio por el pretor Poncio Pilatos.
A mediados del siglo IV un hombre cultísimo como el emperador apóstata, Juliano, da por supuesto que «el galileo» fue un individuo concreto, difuminado posteriormente por su identificación con la deidad.
En resumen, lo más importante de los datos históricos es su relación con los esenios y que éstos fueron los primeros en considerar la propiedad como un robo y el comercio su instrumento.
Por los Evangelios sabemos que Jesucristo echó a los mercaderes del templo que vendían ofrendas para Jehová (palomas, corderos e incluso vacas) e intercambiaban las diversas monedas de los peregrinos que llegaban a Jerusalén de muchas partes del mundo.
Para Jesús, dinero y dios son enemigos y lo que deberían hacer los ricos era vender su patrimonio y dárselo a los pobres.
El origen del odio al mérito también está en el Sermón de la Montaña cuando Jesús dijo: bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el Reino de los Cielos.
Como el marxismo también odia el comercio, el dinero y la propiedad privada, algunos lo consideran como una secta del cristianismo, pero aquí se terminan las coincidencias.
El comunismo a quien mas odia es a los cristianos y si puede, los mata, como ocurrió en la Guerra Civil de 1936 o como decía la que asaltó semidesnuda la capilla de la Complutense la podemita Rita Maestre, al grito de ¡Arderéis como en el 36! mientras el cura con los feligreses estaba celebrando misa.
La gran diferencia entre cristianismo y comunismo es que en el Manifiesto comunista de 1848 la base es el odio y en Jesucristo, el amor. Del dios primitivo del Antiguo Testamento, del dios padre gobernador del universo, de la severidad de la ley, se pasa al Reino del Hijo, que es el rey del sentimiento, del amor.
Jesús promete salir a los justos de este valle de lágrimas y el comunismo tiene la insolencia de prometer el paraíso en la tierra y lo que consigue es lo más parecido al infierno.
Enrique Gómez Gonzalvo, 31-01-2023 11/09/2018 Referencia 224
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Enrique Gómez Gonzalvo 11/09/2018 Referencia 224