COLONIZACIÓN DE AMÉRICA

Colonizacion de América

Con motivo del pasado  12 de Octubre, aniversario  del descubrimiento  del Nuevo Mundo, Kichi, el podemita alcalde de Cádiz gracias al PSOE, afirmó: “Nunca descubrimos  América, masacramos y sometimos un continente en nombre de Dios.”

El Gobierno presidido por Felipe González en 1992, hasta tal punto se avergonzaba de la labor colonizadora realizada por España en América que, en la exposición realizada durante ese año en Sevilla para conmemorar el Descubrimiento no se hablaba de colonización de América sino de “encuentro” de civilizaciones.

A lo que allí había no se le puede llamar civilización.  No conocían la  rueda, el caballo,  el burro, el trigo, la gallina, los perros, la vaca, el cerdo. Cada cacique disponía de centenares de indios destinados al oficio de bestias, transportar mercancías. No sabían prácticamente escribir. Tampoco conocían la numeración arábiga, los metales duros, los ladrillos, las tejas (las casas eran hechas de barro, piedra y paja),  el arado, las técnicas avanzadas de navegación, la moneda metálica.

A diferencia de los incas que tenían llamas, alpacas y conejillos de indias, los habitantes de Mesoamérica solo tenían patos, pavos y perros. Quizá por ello, no se ha encontrado otro pueblo que hay practicado el canibalismo con tal frecuencia como los aztecas.

Tampoco la América precolombina era un remanso de paz como la describen los progres falsificando la historia. Los aztecas establecieron un imperio sojuzgando a los pueblos vecinos y cobrando tributos, que en nada se diferenciaba de los imperios más crueles habidos en la historia de Europa.

En cuanto a la población, a la llegada de los españoles se puede cifrar en 13.300.000 habitantes.  La zona más poblada era Méjico con 4.500.000 seguido de América Central con 800.000, Norteamérica al N de río Grande con 1.000.000 y América del Sur con 6.700.000. Muy lejos de los 80-90 millones que nos habla la Leyenda Negra.

No hubo genocidio por parte española. La causa principal de la disminución  de la población indígena  fueron las enfermedades infecciosas, especialmente la viruela, para  la que los nativos no disponían de defensas. Culpar a  los españoles de las enfermedades que les transmitimos sería lo mismo que culpar a los comerciantes indios de la peste bubónica del siglo XIV que  disminuyó en un tercio la población europea.

La mayor ironía del asunto reside en el hecho de que el tiempo duro para los nativos americanos comenzó precisamente con la independencia.  Cuando la protección de las leyes españolas desapareció, los nuevos gobernantes de las recién nacidas repúblicas demostraron muy pocos escrúpulos en la tarea de limpiar la tierra de los que consideraban obstáculos para el progreso, los aborígenes. Colaboraron con demasiada frecuencia con ganaderos de compañías inglesas que pagaban por cada  mano o nariz de indio que presentaban.

La colonización española  terminó con los sacrificios humanos,    con las guerras tribiales, consiguió la unidad política y la lengua española borró las fronteras y permitió el comercio.

De todos los imperios que en la historia ha habido, fue precisamente el español el menos caracterizado por la opresión y el saqueo. La Reina Isabel la Católica inventó el derecho de gentes,  germen  de los actuales derechos humanos. Siempre defendió a los indígenas,  proclamando su dignidad, afirmando que eran súbditos de la Corona  castellana, no esclavos y que  tenían  que ser tratados como tales. Ordenó a los gobernadores que hiciesen pagar a los nativos el jornal por su trabajo y limitó el poder de conquistadores y gobernantes. Estos hechos no han tenido parangón en ningún otro imperio a lo largo de la historia.

Por todo esto, ni criollos ni amerindios, tuvieron el menor interés en separarse de Madrid.  Fueron los descendientes de los españoles, los que por motivos de poder, deseaban la independencia. Sin embargo, el papa  Francisco  acaba de explicar en Ecuador en estas fechas en que se celebra el bicentenario de la independencia de los países hispanoamericanos respecto de España, que” la independencia  nació  de la conciencia de falta de libertades, de estar siendo exprimidos y saqueados”. Con palabras como éstas, al igual que con las pronunciadas recientemente ante Raúl Castro, habrá conseguido una vez más el aplauso  de todos que odian a España, en el interior y en exterior,  a la vez que el enfado de los católicos.

                                

              Enrique Gómez Gonzalvo 24-08-2017 Referencia 49

 

 

 

 


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