
Históricamente el vocablo ideología política se remonta al siglo XVIII, pero dichas ideologías no se desarrollaron hasta el XIX. Se pueden definir como un conjunto de ideas que pretenden entender la naturaleza humana, la historia, lo que se ha hecho mal en ella y en proponer soluciones.
Las ideologías que no respetan la libertad son malas porque son incompatibles con la dignidad del hombre. La libertad es inseparable de la propiedad. Uno siempre debe ser propietario de algo, al menos de si mismo,de su propio cuerpo y del producto de su trabajo. Si esto no ocurre, no se es un hombre libre sino un esclavo.
Esto es lo que ocurre en el comunismo y en el fascismo. Unos, los comunistas, creyéndose dioses pretenden crear el hombre nuevo en una sociedad diferente suprimiendo la libertad y la propiedad. Otros, como el nacionalsocialismo alemán, creyéndose superiores soñaban con el establecimiento de un imperio gobernado por la “raza aria” y a la misma deberían subordinarse el resto de los pueblos del mundo que por ser inferiores tendrían que ser sus esclavos.
Las buenas ideologías, además de la libertad admiten en su seno la crítica y la controversia. Esto es lo que les da la superioridad sobre el comunismo y el fascismo que, por considerarse perfectos, no admiten ni la crítica ni la autocrítica.
Las ideologías “malas” pueden ser muy peligrosas porque, como dijo Hannah Arendt tras asistir al juicio contra el genocida nazi Adolf Eichman, cuando una conducta criminal, como es el caso del nazismo y del comunismo, está justificada por la sociedad, cualquier miembro de la misma es susceptible de convertirse en un criminal.
Es difícil la erradicación de una mala ideología porque el debate en el terreno de las ideas pocas veces sirve para modificar posiciones. No se buscan argumentos racionales, sino al revés: buscamos de manera inconsciente los argumentos que respalden conclusiones adoptadas a priori. Como dice Revel, el ideólogo, al contrario que el científico no desea conocer la verdad, porque depende del mundo emocional, no del racional.
A mediados del siglo pasado algunos pensaban que los gobiernos no deberían estar constituidos por políticos que sigan una ideología sino por personas especializadas en la tarea que tendrían que desempeñar, lo que supondría el fin de las mismas. Son los llamados “tecnócratas”. Gonzalo Fernández de la Mora lo explicó mejor en el “Crepúsculo de las ideologías”. Sin embargo, este pronóstico no se ha cumplido y en general no se eligen gobierno tecnócratas.
De cualquier manera la ideología es lo que diferencia a los partidos políticos y, en el sistema parlamentario los ciudadanos eligen a través de ellos a sus representantes. Esto es la democracia que permite el cambio de gobierno sin llegar a la guerra civil. Es necesario que en los partidos haya transparencia y democracia interna, pues solo las sectas exigen obediencia ciega.
Enrique Gómez Gonzalvo 5/09/2020 Referencia 483