Se trata de un término acuñado en los últimos años que se basa en la creencia que todo el mundo es bueno y que los problemas pueden resolverse a través del diálogo, de la solidaridad y de la tolerancia. Procede de la idea infantiloide rousseauniano de creer en la bondad intrínseca de la especie humana y se desarrolló en las corrientes socialdemócratas que imperaron en Europa en los 70 y 80, en la época de Billy Brandt y Olaf Palme.
El buenista predica el diálogo con todas las fuerzas políticas aunque sean anti sistema, separatistas o terroristas, únicamente lo niega a las fuerzas conservadoras. Por ejemplo, ante el fenómeno del “top manta” hacen como Ada Colau, la alcaldesa podemita de Barcelona, que en lugar de aplicar como la mayoría de gobiernos municipales, medidas disuasorias discretas con sus medidas buenistas está provocado un efecto llamada.
En política internacional el buenismo busca la paz universal, la alianza de civilizaciones, la solidaridad en la economía, el intervencionismo humanitario y el diálogo como panacea. Cree que es posible reconciliar al género humano por la vía exclusiva del diálogo y que el Islam es la religión del amor.
El buenista cree que no solo hay que atender las necesidades mínimas de los más desafortunados, sino todas las que se le ocurran por extravagantes que sean. Cree que la sociedad tiene que ser solidaria, que hay que ir progresando hasta llegar a la igualdad, pero, eso si, con el dinero de los ricos.
El buenismo es una de las bases del actual sistema educativo. Rechaza la autoridad y la sustituye por el compañerismo entre profesor y alumno. Cree que los conflictos se resuelvan exclusivamente mediante el diálogo, que la educación debe predominar sobre la transmisión de conocimientos y se niega a seleccionar a los alumnos en función de su rendimiento.
Al buenismo lo ha abrazado una parte de la derecha que, por influencia del cristianismo o por lo que sea, también quiere ser buena, tan buena como la izquierda. No importa que no sea eficaz.
Pero ¿son buenos los buenistas? No, son como los demás, pero un poco peores porque además son hipócritas. Endeudarse, para que lo paguen las nuevas generaciones, no les importa.
Solo los liberales son honestos y dicen que el buenismo no es el camino. Todos, incluidos los socialistas, saben que el sistema no puede funcionar porque ninguna nación ha prosperado a base de subsidios y ayudas. China e India en unas décadas de capitalismo han mejorado extraordinariamente su situación sin el buenismo.
Enrique Gómez Gonzalvo, 01/02/2018. Referencia 112
Enrique Gómez Gonzalvo 2/09/2020 Referencia 277