En España, el Partido Comunista se fundó en 1920 como una escisión del Partido Socialista, si bien no tuvo relevancia política hasta febrero de 1936 en que entró a formar parte del Frente Popular, coalición de partidos de izquierda, socialistas y comunistas que ganó las elecciones a la Presidencia del Gobierno.
Durante la Guerra Civil (1936-39) fue adquiriendo más poder dentro del gobierno de coalición, por la ayuda que desde el primer momento recibió de Stalin en armamento, por la creación de la Brigadas Internacionales y por la infiltración en los mandos del ejército.
Finalmente en 1937 Negrín, aunque afiliado al Partido Socialista, era el hombre de Stalin en España y fue nombrado Jefe del Gobierno y ministro de la Guerra.
Terminada la contienda, el P C intentó reanudarla con los maquis y durante la dictadura del General Franco fué la única oposición, especialmente a través de su sindicato Comisiones Obreras.
Tras la invasión de Praga por las tropas soviéticas, el PCE se democratiza porque en Europa triunfa el eurocomunismo y en España había muchos comunistas que querían la libertad, luego el socialismo, pero primero la libertad.
Santiago Carrillo, exiliado en Francia, que había abrazado el eurocomunismo, en 1956 publicó un manifiesto en el que solicitaba un pacto por la libertad, renunciaba al odio, al rencor y al ánimo de revancha Al menos para una primera fase quería la democracia, entraría en las Cortes y más adelante ya verían si se podía hacer la revolución. Sería como la “revolución endiente” del Movimiento Nacional.
La transición a la democracia se basó en el consenso entre los franquistas, representados por Adolfo Suarez, antiguo ministro de Franco y el Partido Comunista. Sin ese consenso todo hubiera sido muy difícil. Y ese consenso se mantuvo a pesar de la provocación que supuso el asesinato de 5 abogados laboralistas de la calle de Atocha (el sexto se salvó porque llevaba un chaleco anti balas) y a pesar de que salieron a la calle entre 100 y 300. 000 personas.
Posteriormente se produciría la caída del muro de Berlín, la desaparición de los regímenes comunistas en todo el mundo, excepto Corea del Norte y Cuba y el Partido Comunista de España que había llegado a tener 20 diputados pasó a 4, por lo que se refunda y se integra en Izquierda Unida, a semejanza de lo que pasó en el resto de Europa.
Ahora, tras casi cuatro décadas, Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez del PSOE junto al nuevo partido comunista, Podemos, abominan del consenso de la transición y quieren volver a la confrontación, desenterrando las fosas de la Guerra Civil y Pablo Iglesias vuelve a hablar del “asalto” como medio de conquistar el cielo y traer la felicidad a los españoles.
Ellos coinciden con aquellas minorías que no aceptaron la transición y que fueron solamente ETA, pequeños grupos de extrema izquierda y la extrema derecha asociada en torno a Fuerza Nueva. Todos ellos tienen algo en común: el odio al que piensa diferente.
En ese odio coinciden con los que quieren romper España, los independentistas, sea en Cataluña, País Vasco, Navarra, Galicia, Región Valenciana, Baleares, Aragón o Canarias.
Nota: en la foto Pablo Iglesias con los líderes históricos del comunismo.
Enrique Gómez Gonzalvo, 21-1-2016 (Referencia 72)