En los últimos 80 años se ha avanzado más en el conocimiento del cerebro que en toda la historia de la humanidad. Sabemos por ejemplo que más importante que el número de neuronas son las conexiones que se establecen entre ellas, por eso, aunque los neandertales a pesar que su masa encefálica era superior a la del homo sapiens, su inteligencia no era inferior. También se ha demostrado que el cerebro sigue madurando hasta los 20-30 años y que para retrasar el alzhéimer es buena la actividad mental y física además de las relaciones sociales.
Las neuronas se comunican entre si a través de las sinapsis por medio de los neuroreceptores como el glutamato, el aspartato, la serotonina, la acetilcisteína, la dopamina, la noradrenalina, el glutamato, etc. El descubrimiento de la función específica de esos neuroreceptores ha permitido a la industria farmacéutica la producción de medicamentos. Así por ejemplo, la serotonina está relacionada con la felicidad y la alegría y su déficit produce situaciones de tristeza y bajo estado de ánimo. Con medicamentos que “inhiben de forma selectiva la recaptación de la serotonina” mejoran los procesos depresivos, extraordinariamente frecuentes en la sociedad actual.
A pesar de los numerosos avances todavía no hay una teoría general sobre el cerebro, no conocemos como las neuronas y los circuitos cerebrales dan lugar al pensamiento íntimo y personal de cada uno de nosotros, ni como surgen las ideas en ese conglomerado de neuronas que es el cerebro. Se discute la misma existencia del “yo” pues no hay ninguna zona en el cerebro que albergue un ente inmaterial que tome las decisiones y los científicos dicen que ese ente para interactuar con la materia necesitaría energía y eso no es posible.
El tema de la libertad también está en entredicho pues la gran influencia del inconsciente y de la genética en nuestro comportamiento puede hacer que seamos menos libres de lo que pensamos, aunque no se llegue a pensar que todo sea determinismo. No sabemos el significado de los sueños a pesar que lo hacemos todas las noches durante 20 minutos, ni que significan los llamados sueños lúcidos, la persona sueña y al mismo tiempo sabe que está soñando, como si se viera a si misma desde fuera. Poco sabemos sobre la memoria, pero si que recuperar la memoria perdida o, mejor, inhibida por motivos emocionales, se puede conseguir mediante la asociación de ideas como si fueran cerezas entrelazadas de un cesto.
Dice el profesor Rubia que es posible que los avances de la neurociencia nos hagan cambiar en los próximos años la imagen que tenemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Enrique Gómez Gonzalvo, 16-07-2021, Referencia 414