España somos nosotros, con nuestras virtudes y nuestros defectos y lo serán nuestros hijos y nuestros nietos. La cultura de una nación es el resultado de millones de vivencias de los ciudadanos que durante siglos se han ido sucediendo, creando una cierta personalidad propia. Por eso un país no puede olvidar sus señas de identidad y sus tradiciones, las buenas y las malas, para asumir las ajenas.
Un país no puede cambiar las fiestas de Navidad por el reino de Santa Claus. No puede suprimir la fiesta de los toros (la fiesta más culta que hay en el mundo según Federico García Lorca). No puede convertir la Semana Santa solo en un negocio ni olvidar Todos los Santos y el Tenorio para dar paso a Halloveen. Si esto ocurre nos pasará como a Calahorra, según decía aquella jota que se cantaba durante la República: “Calahorra no es Calahorra, sino que parece Washington, tiene obispo y toda la h… y casa de putición”.
La historia no tiene marcha atrás. Algunos episodios de nuestra historia, mejor que no hubieran existido, pero ¿que le vamos a hacer? Es cierto que hicimos una guerra civil, como tantos países en todas las épocas, pero también realizamos una transición de la que deberíamos sentirnos orgullosos. Tenemos una democracia que la trajeron los mismos que ganaron la guerra pactando con los que la habían perdido, se perdonaron mutuamente, la dictadura se disolvió y se dieron una Constitución, según la cual todos somos iguales ante la ley, que el Gobierno tiene la obligación de aplicar.
No se trata de defender la dictadura cuando más de la mitad de los políticos actuales fueron franquistas o hijos de destacados políticos Del franquismo, pero es de justicia reconocer que los diputados de las cortes franquistas, para mantener la continuidad de España y su prosperidad e integración en Europa, supieron desmontar todo aquel tinglado y teniéndolo todo, se hicieron el harakiri y se marcharon a su casa. ¿Cuántos diputados del PSOE habrían hecho lo mismo?
Pero, ¿quién no ha sido dictador en la historia de España y de cualquier nación europea?
España es uno de las grandes naciones en la historia de la humanidad. No hay ni diez países que en los 4.000 años de la historia del mundo haya aportado tanto a la civilización como nosotros. Si en el plano internacional no somos debidamente respetados es porque no nos respetamos a nosotros mismos. Joaquín Batrina, nacido en Reus decía que, oyendo hablar a un hombre fácil es saber donde vio la luz: si alaba a Inglaterra será ingles, si habla mal de Prusia será francés y si habla mal de España será español.
Vivimos con un complejo interiorizado de inferioridad al menos desde hace 300 años, especialmente en las élites dirigentes. Mitificamos Europa, especialmente Alemania, cuando hace menos de un siglo tenía campos de concentración. Nos avergonzamos de nuestra guerra civil cuando la guerra entre fascistas y comunistas de 1943 a 1945 en Italia produjo una gran mortandad. Y con respecto a Francia no dicen que durante la Revolución francesa, además de los 15.000 guillotinados de París hubo más de 200.000 muertos en la Vendée a manos de los jacobinos.
Enrique Gómez Gonzalvo, 1-04-2023, Referencia 403