LUCHA CONTRA EL CALENTAMIENTO  O CRECIMIENTO ECONÓMICO

            

La temperatura de la superficie terrestre se ha elevado en los últimos 100 años un grado centígrado. Es un dato debidamente contrastado, pero es el único que poseemos. Si fallan las predicciones sobre el clima que se hacen con cálculos matemáticos, no será porque fallen las matemáticas sino porque no se dispone de datos  fiables. Ni siquiera sabemos los cambios  que han habido a lo largo de la historia, solamente que han existido  épocas en las que la Tierra estaba cubierta de hielo y épocas interglaciares, pero en general el clima   ha sido más cálido que el día de hoy En la actualidad y, en términos  geológicos, se está calentando porque solo hace 10.000 años que hemos salido de la última glaciación.

 Los progres atribuyen el aumento de la temperatura, como todas las cosas malas que suceden en el mundo, al capitalismo. Dicen que es   consecuencia de la actividad industrial, del uso masivo del automóvil, de la ganadería intensiva, y sobre todo, de los combustibles fósiles. Así se  produce   un incremento en la concentración de CO2 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera.  Si no actuamos rápidamente, dicen, continuará elevándose la temperatura y las consecuencias serán catastróficas en forma de desertificación, subida del nivel de los océanos, fenómenos meteorológicos extremos y muchas cosas más  siendo  probable la extinción de nuestra especie. Uno se puede preguntar  ¿esto es ciencia o literatura fantástica?

Este pensamiento está  muy cercano al de aquellos romanos del siglo I a.C.  Inmediatamente después del asesinato de Julio César, la Tierra padeció varios años de frío y oscuridad inexplicable con la consiguiente ruina de las cosechas y de hambre. La explicación de los damnificados fue que los dioses protestaban por el magnicidio y  estuvieron  a punto de lograr que César fuera elevado a los altares para aplacar la ira de los cielos.

 El profesor Paul Ehrilich, en los años sesenta del siglo pasado,en su libroLa bomba poblacional pronosticó el fin de la civilización por la polución, el agotamiento de los recursos naturales y el hambre subsiguiente. Estas advertencias fueron tomadas tan  en serio por algunos  gobernantes de la época que propusieron  políticas atroces de limitación de la natalidad en forma de abortos forzados y de campañas de esterilización obligatorias. El mismo  Ehrilich,  propuso  la interrupción de las ayudas a las naciones pobres para que, la falta de alimentos y las enfermedades solucionaran el problema demográfico por la vía expeditiva.

El profesor Lomborg, de la universidad de Copenhague, afirma en su libro El Ecologista Escéptico,  que las medidas más efectivas para conseguir un mundo mejor para las generaciones venideras no consisten en poner como prioridad absoluta la disminución de emisiones de gases de invernadero. Propone  otras  medidas como la extensión del libre comercio, la erradicación de enfermedades como la tuberculosis o la malaria, la generalización de la educación o la desaparición de la mortalidad infantil en los países menos desarrollados.

China debe pensar lo mismo y que es más prioritario el crecimiento económico en todas las regiones  de su país que la lucha contra el cambio climático. El hecho es que en 2022 ha construido dos centrales de carbón a la semana y ha eliminado las subvenciones  al coche eléctrico.

Al margen de la locura del cambio climático, lo que si es una evidencia es que  la subida del CO2  es perniciosa para la salud y se debe actuar, pero con medidas razonables, sin arruinar la economía de occidente y sin  acusar al capitalismo de todas las desgracias.

           Enrique Gómez Gonzalvo,  21-03-2023 Referencia 662


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