Las ideologías son como religiones laicas que defienden verdades absolutas proponiendo un estilo de vida y dando solución a todos los problemas de la vida cotidiana. Para sus defensores acérrimos la tolerancia no existe pues se consideran depositarios de la verdad absoluta y, a quien no la comparte, se la imponen por las buenas o por las malas.
El liberalismo en cambio, dice Vargas Llosa, no es una ideología como el socialismo, el comunismo, el anarquismo, el nazismo, el fascismo, el feminismo, el nacionalismo, el animalismo, etc. Es solamente un pequeño conjunto de principios fundamentales, pero a los que no se puede renunciar. El primero de ellos es que el liberalismo es inseparable de la idea libertad, que en el ámbito político significa democracia. El segundo es la igualdad ante la ley. El tercero, aunque los humanos somos distintos y radicalmente desiguales, todos tenemos el mismo derecho a «la búsqueda de la felicidad», es decir, a labrar nuestro propio destino sin que otros lo decidan por nosotros.
El liberalismo es el abanderado de la globalización, a la que hoy atacan tanto la izquierda más dogmática como la extrema derecha. La globalización es un hecho revolucionario que permite por primera vez en la historia que países pobres puedan volverse prósperos muy rápidamente. Solo necesitan seguir modelos correctos que no son los de la antigua Unión Soviética o el de la moderna Venezuela y que han fracasado desde el punto de vista económico y de la libertad.
Los liberales admiten que pueden estar equivocados en algunos temas, que no están en posesión absoluta de la verdad, pues no hay verdades absolutas y definitivas ya que las circunstancias son cambiantes. Por ello, salvo en temas puntuales pueden hacer concesiones. Y es que el liberalismo es inseparable de la tolerancia y de aquí viene su mayor logro: haber disminuido la violencia en la historia de la humanidad de manera absoluta.
Dentro del liberalismo hay grandes diferencias. Ha habido conservadores como Margaret Tacher y Ronald Reagan que aplicaron medidas liberales, como también lo han hecho algunos gobiernos socialistas o socialdemócratas, como Felipe González, privatizando empresas y devolviéndolas al mercado para obligarlas a modernizarse y poder competir. Sus grandes enemigos son el populismo y sobre todo el comunismo. Sus enemigos internos son algunos economistas que han llegado a creer que el mercado resuelve todos los problemas, tanto sociales como políticos.
La extrema izquierda en el mundo presenta al liberalismo, que es la fuente de las grandes transformaciones progresistas en la historia del mundo, como si fuera la máscara ideológica de la explotación del capitalismo.
Decía Antonio Escohotado que el factor decisivo en la historia económica de Occidente no ha sido la cristianización de Roma, ni las invasiones bárbaras, sino la remuneración del trabajo pasando del esclavo y del siervo al empleador y al empleado, surgiendo la empresa.
Enrique Gómez Gonzalvo, 28-02-2023, Referencia 303