El globalismo es una ideología política cuya base es la sustitución de los estado-nación por un gran estado mundial. Todas las naciones habrían aceptado previamente la declaración universal de los derechos del hombre, la democracia parlamentaria y el sistema de economía de mercado para llegar a ese gobierno mundial con una sola moneda, un solo ejército, una religión universal y una ideología que coincidiera en gran parte con la socialdemocracia.
Tras el fin de la guerra fría el globalismo habría sustituido al comunismo como proyecto de esa sociedad universal, con una paz perpetua de hombres libres fraternalmente unidos por los siglos de los siglos, que evitaría el caos y las guerras de los estado-nación dando la historia por terminada y naturalmente con la suspensión de la propiedad privada.
Esta ideología empezó a difundirse, desaparecida la Unión Soviética, en la época de Bill Clinton y está apoyada por múltiples organizaciones internacionales como la ONU, la UNESCO, la FAO, la OMC, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional. También por las poderosas financieras como la Open Society de Soros, la fundación Rockefeller y la masonería, las universidades del ámbito anglosajón, ONGs, fundaciones filantrópicas, la industria cultural del cine, la tv y gobiernos y partidos políticos de todo el mundo. Son también los mismos multimillonarios de izquierda que defienden la ideología de género, la ideología del cambio climático, la política migratoria de fronteras abiertas, el fomento del indigenismo y del nacionalismo étnico lingüístico, el diálogo entre religiones, el multiculturalismo, etc.
A pesar del amplio apoyo el globalismo, también llamado Nuevo orden mundial o globalización alveolar, es una utopía, no existe ni puede existir y si se produjera sería una dictadura. Precisaría una justicia universal y un tribunal internacional y la aplicación de la sentencia, si la culpable fuera una gran potencia, sería una quimera. Y a ver quien, en nombre de la concordia universal, se atreve a prohibir las religiones en el mundo.
Es cierto que sus patrocinadores son potentados y organizaciones muy poderosas. No se trata de ningunear ni de exagerar, ni decir que es nada o decir que es todo, pues es cierto que esas instituciones pueden repercutir y de hecho ya lo están haciendo en asuntos más o menos importantes del día a día pero, como dijo el castizo, lo que no puede ser no puede ser y , además es imposible.
Enrique Gómez Gonzalvo, 2-02-2023 Referencia 645
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