La nueva ley sobre la enseñanza (Ley Celaa) aprobada hace un año profundiza en la naturaleza marxista de la educación en España que, dice, debe ser pública, gratuita e igualitaria. Lo de gratuita es una falacia puesto que la pagamos con nuestros impuestos. Lo de igualitaria quiere decir que se eliminará la enseñanza concertada en centros religiosos. Lo de pública que enseñarán lo que decida este Gobierno social comunista sin intervención de los padres. Lo ha dicho la ministra: hay que distinguir entre saberes básicos e interesantes y el gobierno es el que establece la diferencia.
Estas cosas Marx las copió de Rousseau. Fue el primero que se dio cuenta que, para transformar la sociedad y crear un nuevo orden social, era necesario cambiar al hombre, modelarlo, educarlo. Solo así renunciaría a su derecho a elegir, a la libertad, a tomar sus propias decisiones en aras de un hipotético bien común y se sometería a la voluntad general. Esta transformación en un autómata, sometido al poder del Estado, solo se puede conseguir mediante el adoctrinamiento y tiene que iniciarse desde la más tierna infancia. Esto es lo que llevó a Saiah Berlín a situar a Rousseau en el grupo de los seis mayores enemigos de la libertad que ha tenido Occidente.
Este Gobierno no pretende una enseñanza de calidad para formar una minoría rectora sino conseguir la igualdad en los resultados, que todos los niños y jóvenes terminen con título aunque no sepan nada. Suprime la excelencia, limita los exámenes y las evaluaciones porque lo importante es que no haya repetidores, evitar el fracaso escolar y que el niño mantenga su autoestima.
Pretende terminar con el sistema memorístico, pero esto no es posible. Para saber una cosa hay que aprenderla y aprenderla es mantenerla en la memoria, no hay otro mecanismo. Si no hay memoria, si no se recuerda, no hay aprendizaje. Prescindir de la memoria es prescindir de la educación.
Educar en libertad para los pedagogos roussonianos es educar sin autoridad, sin la imposición de reglas, sin disciplina. Así el maestro no puede enseñar y los alumnos no pueden aprender.
La educación, tradicionalmente ha sido un medio de promoción social. El niño que nace pobre no puede tener esa enseñanza de calidad que ahora solo existe en los centros privados a los que fueron la ex ministra Celaa y sus hijas. La mamá estudió en el Sagrado Corazón de Bilbao y sus hijas en Las Irlandesas. ¿Qué tienen en común ambos centros? Una educación elitista, profundamente religiosa y concertada… conceptos diametralmente opuestos a lo que ella obligatoriamente impone. Lo que ha querido para sus hijas no lo quiere para los españoles.
Enrique Gómez Gonzalvo, 21-01-2023, Referencia 635