Cuenta la historia que le preguntaron a Federico II de Prusia, agnóstico e ilustrado a la francesa, si podía dar una prueba de la existencia de Dios y Federico, que no sabía nada de teología, contestó que la evidencia más clara de la existencia de Dios es la realidad del pueblo judío.
La identidad judía ha sido la más profunda de la historia y, el hecho de haber estado tan aferrados a la tradición y a su religión, ha evitado que este pueblo se diluyera y desapareciera de la historia.
En la época antigua todos los imperios, los medos, los persas, los egipcios, los griegos, los romanos, cuando conquistaban un pueblo generalmente lo aplastaban o lo asimilaban y la forma más fácil de hacerlo era dispersándolo y al cabo de un siglo o dos había desaparecido. Esto no ha ocurrido con el pueblo judío.
En el año 587 antes de Cristo, cuando Jerusalén cayó ante Nabucodonosor y los judíos fueron llevados a la fuerza a Babilonia, allí, para preservar su identidad como pueblo y como nación puesto que también existían otros pueblos cautivos, se reunían los judíos una vez a la semana en la sinagoga para leer, comentar los textos antiguos y guardar el recuerdo de sus antepasados. Desde entonces la sinagoga es lo que les ha caracterizado y es la institución que ha existido en todos los lugares en los que han estado a lo largo de la historia, tanto en la antigua Grecia, como en la España medieval, en Alemania durante el siglo XIX y actualmente en los Estados Unidos, donde hay más judíos que en Israel. En las sinagogas se discute de todo, de política, de negocios, de problemas familiares o sociales, pues la sociedad judía es una sociedad de debates.
Ese aferramiento misterioso de los judíos a su identidad hebrea, el aislamiento que lo ha acompañado y la desconfianza propia de la naturaleza humana ante el extraño y al que es diferente por su raza, lengua, procedencia y religión han sido las causas de sus persecuciones a lo largo de la historia.
La animadversión de los cristianos se puede explicar porque se dice, y es cierto, que no hay conflictos más crueles que entre los hermanos. En el caso de los judíos, porque como desde la Edad Media tenían prohibido tener tierras, se tenían que dedicar al comercio y a profesiones liberales. En la Edad Moderna porque los comunistas los identificaban con el capitalismo. Entre los nazis, como es obvio, por cuestiones raciales. Enemigos de clase diría Lenin, enemigos raciales, diría Hitler.
Actualmente en los Estados Unidos ya no se les persigue, pero se exagera su influencia. La realidad es que es importante en el cine de Hollywood y en los medio de comunicación, nada en la agricultura y poco en la banca.
Enrique Gómez Gonzalvo, 5-01- 2023, Referencia 630
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