Lo importante de un país no es que sea rico sino que pueda crear riqueza. Países pobres como Inglaterra con un clima horroroso o como Holanda, donde hay que ganarle terreno al mar, pero con unas instituciones y una idea moderna de la economía, han sido imperios mundiales.
Después de la Segunda Guerra Mundial el socialismo, en su versión comunista, tras el reparto de Yalta solo se impuso en Europa oriental por la fuerza de las armas y si se mantuvo durante décadas fue mediante una tiranía feroz. En Europa occidental lo que se extendió fue el socialismo en su versión socialdemócrata, donde la economía la dirigen los estados en lugar de los mercados. Es el llamado estado de bienestar basado en unos impuestos brutales y en un enorme endeudamiento. Esta práctica está tan generalizada que la comparten tanto los partidos de centroderecha como los de centroizquierda, por lo que Hayek pudo hablar de los “socialistas de todos los partidos”.
En las dos últimas décadas el capitalismo ha ido a más y el socialismo ha retrocedido. Incluso Dinamarca y Suecia, los países típicos de la socialdemocracia, se están convirtiendo en los líderes de la libertad económica pero este avance es demasiado lento y no se produce igual en todos los países.
Solo con este pequeño avance del capitalismo en el mundo, el progreso económico ha sido espectacular. La pobreza, que ha sido lo normal en la historia de la humanidad, ésta disminuyendo y se ha producido un enorme crecimiento de la clase media con la consiguiente disminución de la desigualdad económica.
Con la globalización y apertura de los mercados en China, India, América del Sur y África hemos pasado del año 1990 al 2013, de 1.800 millones de pobres en el mundo a 725, a pesar del aumento de la población. Estos 25 años han sido los mejores en la historia de la humanidad. En el 2030 se puede llegar a que no haya nadie que viva con menos de 1,3 dólares al día.
¿Por qué no se extiende más rápidamente el capitalismo? Porque tiene mala prensa. Disminuir el endeudamiento lleva consigo bajar los impuestos y sobre todo disminuir el gasto público, incluyendo el gasto social. Son los famosos “recortes” y esto está mal visto por lo que son pocos los líderes europeos que se atreven a ello y lo hacen muy tímidamente. Muchos gobiernos, como está sucediendo actualmente en España, acudiendo a la demagogia y al populismo aumentan las prestaciones sociales, suben los impuestos y esas medidas ahogan el crecimiento económico aumentando el endeudamiento. Pan para hoy y hambre para mañana.
Atacar a los empresarios y al capitalismo da votos. El mismo papa Francisco ha dicho recientemente “los empresarios no deben existir para ganar dinero sino para servir”. No es verdad. Los empresarios deben ganar dinero para crear riqueza y puestos de trabajo. Amancio Ortega, uno de los hombres más ricos del mundo, ganando dinero ha beneficiado a millones de personas, igual que Bill Gates facilitando el acceso a los ordenadores. Esto tan sencillo parece que es difícil de comprender y no solo para el actual inquilino del Vaticano.
La desconfianza generalizada hacia los ricos, proviniendo de Aristóteles y recogida por los esenios como Juan Bautista que bautizó a Jesucristo, ha persistido hasta hoy. La demagogia redistributiva de la riqueza, las ideas de reparto, de solidaridad, de igualdad, calan muy bien en esas masas iletradas y en no tan ilustradas.
La idea que el liberalismo representa el egoísmo por aquello de que el pez grande se come al chico es difícil de erradicar.
Enrique Gómez Gonzalvo, 29-12-2022, Referencia 196