.
En el plano internacional los años 60 fueron una época mucho más convulsa que la actual. En Vietnam, como expresión de la Guerra fría entre el norte comunista y el sur pro occidental, se produjo una escalada bélica. Estados Unidos envió más de 2 millones de soldados y arrojó sobre el pequeño país más bombas que durante la Segunda Guerra Mundial.
Mao en 1966 había decretado la Revolución cultural que consistió en que sus guardias rojos se lanzaron a la eliminación de los reformistas de su propio partido y a sus enemigos políticos en general, quedando todo el poder en sus manos. Quizá la hambruna que produjo fue lo que inició el consumo de murciélagos para hacer caldo y el inicio de la relación del ser humano con el coronavirus.
En Europa también la Guerra fría estaba en su momento álgido. Los SS20 soviéticos apuntaban a París, Roma y Berlín y el socialdemócrata Billy Brandt despegó los persing en Alemania.
El comunismo representaba en aquella época un serio peligro para el mundo y su expansión incluso se acentuó durante la siguiente década, que es cuando alcanzó su mayor expansión desde la II Guerra Mundial. Sería Margaret Thatcher, en 1979, la primera política que hizo frente a ese discurso de sumisión. Luego le seguirían Ronald Reagan y después Juan Pablo II que combatió la masiva presencia comunista dentro de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II.
En España, con la liberación de la economía en 1958, se estaba produciendo durante toda la década un crecimiento en torno al 10 % anual acumulativo y llegamos en renta per cápita al 92 % de la media europea. La gente, pendiente de pagar la casa y el coche, no quería revoluciones, pero si ansiaba la democracia y estaba preocupada por lo que pudiera venir después de Franco.
En la costa este de los Estados Unidos se había iniciado el “movimiento hippie”, cuyos jóvenes que vivían en comunas, predicaban el igualitarismo. Su lema era“haz el amor y no la guerra”. En la música surgieron las luces psicodélicas, las mismas que se ven con el consumo de ácido lisérgico.
La música electrónica se hizo muy popular. Los Beatles en 1962 sustituyeron a Elvis Presley de los años 50 y las chicas de Londres y París con cortísimas minifaldas defendían el amor libre además del consumo de alucinógenos y de marihuana.
Era una cultura contestaria, antibelicista, preocupada por el medio ambiente, anarquizante aun que no violenta, pero rechazaban su propia cultura occidental. Su slogan básico fue el “prohibido prohibir”. Otros eslóganes, menos brillantes como «debajo de lo adoquines está la playa», que en realidad nadie sabía lo que significaba. Quizá todo fuera solamente la expresión de un romanticismo adolescente bastante cursi.
Decían que buscaban la libertad, lo que es una pretensión sana, pero enarbolaban las pancartas de Castro, Trosky y del Che Guevara y afirmaban que pretendían terminar con el capitalismo ¿para instaurar el comunismo?
Como eran estudiantes, proponían la supresión del profesor como autoridad y de los exámenes. Era lo contrario de la cultura del esfuerzo y de la autoridad en las aulas.
En resumen, los jóvenes no se aclaraban. Quizá lo que buscaban simplemente era el follón y aprobar sin estudiar.
Sin embargo la revolución estudiantil de mayo del 68 cambió el mundo, seguramente para peor, sobre todo en el sector de la educación. Pero tuvo una gran virtud: acabar con el mito de la revolución.
Enrique Gómez Gonzalvo, 10-12-2022, Referencia 434