La batalla cultural de la izquierda en Europa, aunque mejor sería llamarla revolución, consiste en atacar los valores de la civilización occidental y las dos instituciones que son las guardianes de esa tradición, una es la familia, a la que quieren reventar y destruir y la otra es la Iglesia que hace 2.000 años que defiende sus valores.
En la Civilización occidental la idiosincrasia es cristiana, nuestra cultura es cristiana y el cristianismo está en la esencia de nuestra civilización. Todos somos culturalmente cristianos y aunque uno no vaya a misa y no crea en Dios dirá siempre que el robar está mal, que es malo matar, que es bueno honrar al padre y a la madre, etc.
Europa no se concibe sin el cristianismo y los principios que ha dejado durante 20 siglos no deben desaparecer. Ello no implica que conviva con las demás religiones con normalidad y respeto mutuo, bajo el principio de la libertad de cultos, pues la libertad religiosa es uno de los derechos fundamentales del hombre. No hay por qué avergonzarse de nuestro pasado cristiano, de nuestra acción civilizadora, de nuestros misioneros y no se puede quitar el crucifijo de las escuelas.
El catolicismo, como conjunto de dogmas y de creencias o como hecho social, es la confesión abrumadoramente mayoritaria, importantísima en nuestras calles y en nuestras vidas. Está indisolublemente unido a multitud de tradiciones, como la propia Semana Santa, que no sólo merecen respeto como manifestaciones religiosas, sino que también son hechos culturales de gran relevancia y, hay que decirlo, en no pocos casos son atractivos turísticos de alcance mundial.
Para la izquierda, por una supuesta modernidad malentendida, parece que el hecho religioso debiera ser erradicado no ya de cualquier expresión pública sino de cualquier expresión en público.
El cambio ha sido tan rápido que es difícil entender lo que está pasando. Odian los valores cristianos sin los cuales el hombre pierde su grandeza, su dignidad como persona portadora de unos derechos inviolables e inalienables y lo sustituyen por un cientifismo y un relativismo que, al no reconocer nada como definitivo, niega la posibilidad y realidad de unos principios morales comunes y universales que obliguen a todos los hombres.
Cuestiones culturales importantes son la demonización del hombre, la problemática de la vida humana, la ideología de género en los niños, la igualdad ante la ley, la familia, la enseñanza, la sexualidad, las funciones del Esado etc.
Enrique Gómez Gonzalvo, 3-12-2022, Referencia
Anterior La batalla cultural de la izquierda Borrado
Referencia 468