La esencia del liberalismo no es la política, no es la economía, no es la justicia, es la ética y el respeto al prójimo. Lo importante no es la libertad económica, es el reconocimiento de la dignidad humana. Esa idea fue desarrollada magníficamente por nuestros clásicos de la Escuela de Salamanca que defendieron para todos los hombres lo que un siglo más tarde John Locke llamaría los derechos naturales, que son la vida, la libertad y la propiedad.
Adam Smith decía que no hay que confiar en la generosidad del ser humano sino en su deseo de mejorar y esta postura es la fuente del crecimiento económico. Pero también añadió que, por muy egoísta que se pueda suponer al hombre, hay algo en su naturaleza que lo hace ocuparse e inquietarse por la situación de los demás. Por el contrario, el socialismo científico de Carlos Marx, que se conoce con el nombre de comunismo, se basa en una interpretación exclusivamente materialista de la historia. Todo lo explican bajo el aspecto material y económico y no es verdad.
El problema de los comunistas es el odio y el resentimiento social. Su proyecto es la eliminación de una clase social entera, la burguesía. Quieren el poder para exterminar a sus enemigos, no quieren que no haya pobres, sino que no haya ricos.
Lenin escribió explícitamente en su tratado “Comunismo de Izquierda” que el odio era “la base de cualquier movimiento socialista y comunista”. En 1923 ante el Departamento de educación en Rusia dijo: «dadnos al niño de 8 años y será bolchevique para siempre”. “Ya hemos atacado a los dioses de la tierra, ahora ataquemos a los del cielo». Se refería a Dios todopoderoso, claro.
El pensamiento de Stalin produce escalofríos: “La violencia es el único medio de lucha y la sangre el carburante de la historia”. “La muerte de un hombre es una tragedia, la de millones una estadística”.
La grandeza del liberalismo radica en que, cuando se admite el derecho de propiedad, cuando el individuo es el dueño del fruto obtenido con su trabajo y nadie se lo puede arrebatar, baja la conflictividad. Favorece el comercio que es la actividad que ha hecho más bien a la humanidad a lo largo de la historia, si cumple una condición: que esté regido por las normas morales, pues es necesario que la gente confíe en sus semejantes.
Enrique Gómez Gonzalvo, 19-11-2022, Referencia 617