Tenemos la sensación que somos totalmente libres y que en nuestro cerebro existe un órgano supremo, como si fuera un hombrecillo, que recibe información de los órganos de los sentidos y de otras partes del cerebro y actúa en consecuencia, pero los neurólogos dicen que esta sensación es falsa, que no existe nada parecido.
Las motivaciones básicas que determinan a los seres vivos la toma de decisiones son escasas y siempre las mismas: sed, hambre, miedo-ansiedad, jerarquía, sexo, altruismo, agresividad, temor a ser expulsado del grupo. Los neurólogos clasifican los actos en voluntarios e involuntarios. Los involuntarios son los encargados de mantener la supervivencia, por ejemplo: pelea o huída ante una agresión o en una situación de peligro, etc. Esto es así porque la función primordial del cerebro en todos los seres vivos es la de garantizar la supervivencia y esta función la realiza el inconsciente mejor que el cerebro consciente o racional porque es más rápido y seguro.
Algo parecido ocurre con la memoria que, como es tan importante para la supervivencia, la evolución no se ha fiado del cerebro racional y la ha confiado al inconsciente, de forma que no recordamos lo que queremos sino lo que viene del inconsciente.
Los actos voluntarios generados por el cerebro límbico o emocional son los producidos por las emociones primarias (cólera, miedo, ira, alegría, tristeza, disgusto, sorpresa), las secundarias (bondad, generosidad, compasión cariño, vergüenza, envidia, culpa, depresión) y los sentimientos (amor, felicidad, amistad, serenidad, entusiasmo), que son más profundos y perdurables que las emociones, aunque no eternos. El sustrato radica en el hipotálamo.
Los actos voluntarios generados por el cerebro racional son los producidos por la zona del cerebro que genera las ideas y los pensamientos, que es capaz de razonar y que nos permite percibir la realidad y tomar decisiones. Radica en la corteza cerebral.
La mayoría de los actos voluntarios, el 73 %, dependen del cerebro emocional sin que la corteza cerebral se dé cuenta de lo que está ocurriendo y solo el 27 % dependen del cerebro racional.
Cuando hay una lucha entre el cerebro emocional y el cerebro racional, entre las emociones y la razón o cambiamos las emociones o el razonamiento, de lo contrario se crearía un estrés que no nos dejaría vivir.
En cuanto al 27 % de actos que creemos los realizamos libremente, aunque es cierto que la orden viene del cerebro racional, la decisión de realizarlos proviene del cerebro y no sabemos porqué ha tomado esa decisión.
En resumen: hacemos lo que queremos, pero no sabemos porqué lo queremos, por lo que podemos ser menos libres de lo que pensamos
Enrique Gómez Gonzalvo, 30-10-2022, Referencia 104
28/12/2016 (Referencia 104)