Aunque nadie dice que sea fácil salir del subdesarrollo es posible porque disponemos, no de una idea ni de una opinión sino de un dato, y de un dato empírico. Los 25 países más desarrollados del planeta son democracias liberales. Solamente hace falta ingresar en ese club y seguir los pasos que realizaron los países ricos, cuando adoptaron el sistema capitalista, tras la Revolución industrial.
La condición que exige ese club es que haya libertad económica para que surjan emprendedores tercamente empeñados en triunfar, en enriquecerse y que a la vez sacarán a sus conciudadanos de la miseria. Solamente precisarán leyes que eviten la corrupción y los monopolios.
El capitalismo que precisan desarrollar ha de ser tan puro y duro como el que originó la riqueza de esos 25 países. No hay atajos. La historia demuestra que, si se pretende trasladar las condiciones laborales y sociales vigentes de los países industrializados a los menos desarrollados y se impide aprovechar la ventaja de bajos salarios o escasa protección social, el proceso no funciona. En compensación, el plazo para elevar la renta ahora es muy inferior al que necesitaron los países pioneros del capitalismo.
Pongamos dos ejemplos: España e Irlanda. España, que hasta los años sesenta estaba cerca del nivel de subsistencia, actualmente de una lista de 181 países ocupa el número 28 y su renta per cápita es de 30.150 dólares, 10 veces superior a la de Marruecos y sólo el 12 % inferior a Italia. Esto solamente ocurrió cuando abandonó la autarquía falangista, abrió y liberalizó la economía a finales de los años 60 del siglo pasado y continuó en esa senda con la implantación de la democracia.
Irlanda, que sufrió en el siglo XIX una hambruna que redujo su población a la mitad y que hace 50 años era tan pobre como cualquier país africano de hoy, ahora su renta es de 41.000 dólares.
Se precisan emprendedores como Amancio Ortega, perfecta versión española del hombre norteamericano hecho a sí mismo. Empezó trabajando como chico de los recados en una tienda, montó su propio negocio y, poco a poco, enriqueciéndose legalmente llegó a construir un imperio económico. Ha beneficiado a la sociedad en su conjunto y todavía Inditex continúa creando 27 puestos de trabajo diarios. Es cierto que el sueldo medio de muchos de los países en los que se ha instalado (6o dólares mensuales en Bangladés y 350 en Marruecos) no son los que se perciben España, pero seguramente los trabajadores de aquellos países preferirían que existieran muchos como él.
Sin embargo, la historia de la izquierda de los últimos 100 años demuestra que nadie ha aprendido nada.Insiste en odiar a Amancio Ortega no porque sea malo sino porque es rico. Es el resentimiento contra el éxito.
Enrique Gómez Gonzalvo, 20-10-2022, Referencia 99
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