La década de los 60-70 del siglo pasado ha sido la de mayor crecimiento en nuestra historia con unas tasas anuales hasta del 9 % Por aquel entonces no teníamos deuda, no teníamos déficit, pero es que no había impuestos directos y solamente 700.000 funcionarios.
Desde el comienzo de la Transición los impuestos han subido con UCD, con el Partido socialista y con el Partido popular. Solamente hubo un respiro con José María Aznar y, en la Comunidad de Madrid, sobre todo con Esperanza Aguirre y ahora con Isabel Díaz Ayuso.
Tenemos un Estado intervencionista que gasta mucho dinero por lo que precisa subir constantemente los impuestos además de endeudarse. Dispone de dos millones de funcionarios y uno o uno y medio más de empleados públicos, la mitad de ellos de carácter político y la deuda pública representa el 110 % de PIB. A los ministros comunistas del actual gobierno todavía les parece poco y dicen que ellos, para conseguir la “pobreza cero”, establecerían una renta básica garantizada a todos los españoles a través de una reforma fiscal, lo que supondría una gran subida de impuestos y mayor endeudamiento.
A esto le llaman justicia social. Rara justicia que no es administrada por jueces sino por políticos. En realidad lo que buscan no es la justicia sino la igualdad, la igualdad de Cuba o la igualdad de Venezuela.
La presión fiscal en España es del 34,5 % del PIB y la media de la Unión Europea es el 41,3 %, pero incluso estas cifras son engañosas porque dada la elevada cifra de paro y el menor número de cotizantes, la carga impositiva en la práctica es mucho mayor. Esas cifras, digan lo que digan los parlamentos, son un atentado al derecho de propiedad, es decir, un robo.
Algo parecido opinan los suizos que contestaron negativamente a la consulta de si querían tener una renta básica garantizada de 2.500 dólares. No es casualidad que su renta per cápita sea de 80.000 dólares y la de España de 25.800 y la presión fiscal de Suiza el 27 % del PIB.
Los países más capitalistas son los menos intervencionistas, los que tienen menor gasto público, menor proteccionismo comercial, menor rigidez del mercado laboral y los que permiten mayor libertad económica y, a la vez, menos impuestos. No se desentienden de la pobreza, pero ponen más hincapié en el crecimiento económico para que, con él se beneficien todos los ciudadanos.
Enrique Gómez Gonzalvo, 12-10-2022 Referencia 248