Pablo Iglesias se quejaba “de tener que soportar, día tras día, el nacionalismo español y su bandera monárquica y postfranquista.”
Pablo, te voy a explicar qué significa la bandera. Durante la Edad Media, aunque España ya existía desde hacía más de 1.000 años, las naciones no tenían una enseña nacional única que las identificara. Eran más bien estandartes, enseñas, divisas, pendones, emblemas, distintivos diversos. Los barcos en alta mar llevaban una especie de pendón blanco que se confundía fácilmente con los de otros países, por ello, Carlos III convocó un concurso de banderas y eligió la rojigualda e Isabel II en 1843 la oficializó como la bandera nacional.
Desde entonces, Pablo, la rojigualda es la bandera de todos los españoles, de la Monarquía ilustrada de los últimos Austrias, de la dinastía borbónica, de las dictaduras de Primo de Rivera y del general Franco, de la Primera República, de la Transición, de la nueva Monarquía constitucional con socialistas o populares.
Pablo, la bandera no es de Franco ni siquiera de Dª Carmen, no es de derechas ni de izquierdas, es el símbolo que representa a la nación española, a todos y cada uno de los 47 millones de españoles, ricos o mendigos, héroes o villanos y a nuestros antepasados. Solamente no fue la bandera de España durante la Segunda República que la sustituyó por la bandera tricolor. Introdujeron el morado que había sido usado por los comuneros castellanos que se habían alzado en rebelión contra Carlos I.
Con nuestra bandera, Pablo, se amortaja a los caídos en combate en guerra por misiones en el extranjero o por los actos terroristas que hubo en el País Vasco. Ante la bandera se cuadran los dignatarios extranjeros para honrar a España cuando vienen en visita oficial y, ante ella, se deberían llevar la mano al pecho al corazón los espectadores de un partido de futbol cuando suena el himno nacional en los partidos internacionales o si asiste S.M. el Rey.
Tú, Pablo, odias a la bandera y al himno nacional al que consideras “una pachanga cutre fachosa” porque odias a España. Odias a una nación cuya civilización empieza hace tres mil años, que hace dos mil estaba romanizada y cristianizada casi por completo, que era reino cristiano independiente hace mil quinientos. Fue el primer estado nacional europeo hace cinco siglos, el tercer país en proclamar su constitución con el añadido heroico de hacerlo en Cádiz cercado por el ejército napoleónico, el más poderoso del mundo y al que derrotó tras seis años de cruenta guerra.
No te mereces, Pablo, haber nacido en España.
Enrique Gómez Gonzalvo, 4-10-2022 Referencia 90
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