Las personas somos exactamente iguales. Entre un pálido científico alemán y un oscuro aborigen tanzano no hay diferencias sustanciales. Los alemanes y los hutus, en 1939 y en 1994 respectivamente, procedieron de igual forma frente a los que consideraban sus enemigos judíos o tutus. Los catalano parlantes, en un futuro más o menos lejano, puede actuar como lo hicieron los alemanes si no se pone remedio.
La mayoría de las acciones humanas son realizadas por egoísmo, envidia o vanidad.
El egoísmo lo explica muy Richard Hawkins en su libro El gen egoísta. Hawkins no dice que exista, pero afirma que el hombre se comporta como si tuviera un gen que domina a todos los demás y cuya única finalidad fuera su supervivencia en el organismo en el que está o en sus descendientes. Es el objetivo del ser humano: sobrevivir y reproducirse.
Las relaciones entre los hombres no son desinteresadas, son siempre de dominio de unos sobre otros. Cuando comienza la civilización, la ley que se impone es la del más fuerte, no triunfa la justicia sino la fuerza. Quien expresó esta conducta con frases más contundentes fue Maquiavelo.
La envidia es un sentimiento y, como tal, depende del cerebro emocional y no del racional por lo que no la podemos controlar.
Se ha dicho que la envidia es la forma más duradera del odio y también el testimonio más innegable de admiración.
La vanidad es el otro determinante de las acciones humanas.Es la combinación de orgullo con la necesidad de ser admirado.
Actuamos dando unas imágenes distorsionadas de nosotros mismos y mostrando unas virtudes y una superioridad de las que carecemos. Lo hacemos porque, engañando a los demás, creemos que nos engañamos a nosotros mismos. Necesitamos mostrarnos superiores, ser admirados, difundir nuestros éxitos y nuestra riqueza y que el público reconozca nuestra valía. Creemos que así superaremos la baja autoestima.
Este es el hombre individual. Cuando nos integramos plenamente en un grupo, con un fuerte líder, nos trasformamos en lo que se llama “hombre masa”.
Cualesquiera que sean los individuos que la componen, por el sólo hecho de transformarse en una colectividad piensa, siente y obra de una manera completamente diferente a como lo harían cada uno de ellos aisladamente.
En el grupo, el instinto priva sobre la razón, no hay espíritu crítico, no quiere conocer la verdad, desaparece el sentimiento de responsabilidad. Es impulsivo y puede pasar de la ferocidad más sanguinaria a la generosidad o al heroísmo más absoluto, ya que sugestionable, se cree todo.
Esta es la función de los ejércitos, de las situaciones revolucionarias y de los estados totalitarios, convertir al soldado en un hombre masa. Como en la guerra de Crimea, cuando un soldado quería informarse sobre la razón de la guerra, le respondieron: no preguntes hemos venido a vencer o morir.
Como hombre-masa se comportan los independentistas catalanes. Predomina el sentimiento sobre la razón y es que el ser humano no es un ser perfectamente racional. ¿Se arruinarán con la independencia, serán una pequeña isla en Europa? Eso les da igual. No hay razonamiento.
Enrique Gómez Gonzalvo 25-09-2022 Referencia 87