La estructura de nuestro cerebro es análoga a la de los demás mamíferos, el número de neuronas alcanza la cifre de 15 a 30 billones, pero también se comunican entre si por medio de las sinapsis y mediante la emisión de neurotransmisores.
Como el hombre es un ser racional, tendemos a pensar que todo lo que hacemos es racional. Nada más lejos de la verdad. En realidad es que tenemos 3 cerebros diferentes:
—Cerebro reptil. Se encarga de nuestra supervivencia mediante el deseo sexual, la búsqueda de alimentos y las respuestas agresivas (pelea, huida, etc.) Toma las decisiones sin necesidad de recapacitar. Así, giramos bruscamente el volante sin pensarlo cuando intuimos un grave peligro.
–Cerebro límbico o emocional. Genera las emociones y los sentimientos. Las emociones primarias son cólera, miedo, ira, alegría, tristeza, disgusto, sorpresa. Van acompañadas de respuestas faciales, motoras (gestos, posturas) y endocrinas y son estereotipadas (las mismas en todas las razas y culturas).
Más tarde aparecieron las emociones secundarias amor, bondad, generosidad, compasión, cariño, vergüenza, envidia, culpa, depresión. Están asociadas a las relaciones interpersonales.
Las emociones son pasajeras mientras que los sentimientos (amor, felicidad, amistad, serenidad, entusiasmo) son más profundos y perdurables, aunque no eternos. Ambos son involuntarios, no los podemos controlar aunque los sentimientos están conectados con la razón.
Cuando tenemos un sentimiento muy poderoso que ocupa mucho espacio, para sacarlo es necesario otro sentimiento poderoso y que sea incompatible con el anterior.
—Cerebro racional. Radica en la corteza cerebral y es el sustrato del razonamiento.
La mayoría de las decisiones, el 73 %, se toman por las emociones o por los sentimientos y solo el 27 % por motivos racionales.
Cuando hay una lucha entre el cerebro emocional y el cerebro racional, entre las emociones y la razón, o cambiamos las emociones o cambiamos el razonamiento. De lo contrario se crearía un estrés que no nos dejaría vivir. Para ello nos engañamos, buscando nuevos razonamientos para adaptarnos a las emociones. La capacidad de someter las emociones y los sentimientos a la razón, normalmente fracasa. Mandan las emociones y los sentimientos, no la razón.
En resumen. Tenemos el cerebro de los reptiles para pelear. El cerebro límbico o emocional para enamorarnos. Y el cerebro racional donde radica la conciencia moral.
La mayoría de nuestros actos dependen del cerebro reptil, después del emocional y en último lugar del racional.
Enrique Gómez Gonzalvo 18-09-2022 (Referencia 75)