La identidad personal es el conjunto de características propias de una personaque le permite reconocerse y diferenciarse de los demás. Es diferente de la identidad social o colectiva por pertenecer a determinados grupos sociales (espirituales, nacionales, profesionales, laborales, etc.), pues al pertenecer a una nación, una profesión, un partido político, etc. se asumen rasgos o tributos propios de esa comunidad.
La identidad personal comienza a constituirse desde el momento del nacimiento, aunque probablemente ya en el claustro materno se producen movimientos exploratorios de manos y pies para el reconocimiento del propio cuerpo. Este proceso durará toda la vida y el resultado dependerá de la genética, del ambiente y de las experiencias diarias con las que esa identidad se irá modulando y cambiando.
El ambiente humano es tan importante, que sin él, la identidad humana no se alcanzaría. El niño de Aveyron, ese joven completamente desnudo que fue encontrado en un bosque francés cercano a los Pirineos a finales de septiembre de 1799, nunca llegó a alcanzar las características humanas.
No acertó Rousseau cuando pronosticó que un niño aislado, pero en contacto con la naturaleza, se desarrollaría, aprendería a hablar e, incluso, llegaría a conocer a Dios. Si no dispone de un ambiente humano no alcanzará la plenitud del ser humano, ni aprenderá a hablar ni mucho menos a conocer a Dios.
Aparte de la genética, los primeros 4 años en la vida de un niño son los más importantes para la conformación de su personalidad y de sus hábitos de comportamiento. El amor y el afecto de ambos padres son fundamentales y su falta perjudica el desarrollo psico afectivo, produce miedo al fracaso y problemas de autoestima además de la capacidad de confiar en los demás y en si mismo. A los 4 años ya se tiene capacidad de darse cuenta que el otro puede pensar de forma diferente. Pronto adquirirá también empatía, que es la habilidad de percibir lo que siente el otro e incluso la capacidad de sentir lo que el otro siente.
Antes, la socialización comenzaba a los 6 años, ahora a los 3 ya están los niños en guarderías o jardines de infancia y algunos desde el minuto uno. No sabemos cómo influirá esto en en su vida adulta.
Tampoco sabemos qué pasaría si se consiguiera un niño probeta total, sin haber estado en el claustro materno y por lo tanto sin haber tenido ningún intercambio con la madre.
La identidad va cambiando, pero es durante la adolescencia cuando se debe producir la independencia de las figuras paternas, se acepta la imagen corporal, se integra en la sociedad a través del grupo y se hacen suyos los valores transmitidos por los padres durante la infancia o no.
La importancia de los progenitores en el desarrollo del niño tiene tanta importancia que el problema social más grave en los países desarrollados es el gran número de niños, que en Suecia son 6 niños de cada 10, que no tienen un padre que se haga responsable de su educación. En la mayor parte de los casos no se trata de mujeres que han sido madres muy jóvenes sino de mujeres separadas o que han decidido ser madres solteras.
Enrique Gómez Gonzalvo, 10-09-2022 Referencia 601