Los pensadores de la Ilustración fracasaron estrepitosamente al comunicar el fin de las religiones. Según el neurocientífico Prof. Adolfo Tobeña, las religiones estarán con nosotros hasta el fin de los siglos porque, además de ser un invento cultural, tienen una base biológica.
En el año 2009 el conocido biólogo darwinista Richard Dawkins, autor de ‘best-sellers’ ‘El gen egoísta’ y ‘El espejismo de Dios”, impulsó una campaña a favor del ateísmo. Autobuses circulaban por las principales capitales del mundo con el eslogan “Dios probablemente no existe, deje de preocuparse y disfrute de su vida». Aquella campaña, dado el poco éxito que cosechó, se ha olvidado totalmente.
Es cierto que cada vez tienen menor influencia los líderes religiosos y es escasa la asistencia a las funciones religiones, pero cada vez hay más espiritualidad, aunque no religiosa.
En Estados Unidos, el 40 % del gremio más escéptico del mundo, el que por definición ha de utilizar el escepticismo en su trabajo, el de los científicos, sigue manteniendo la fe en un dios con el que pueden mantener algún tipo de comunicación. En España el 60 % de la población afirma creer en dios.
¿Por qué las religiones tienen tanta vitalidad? Para el profesor Tobeña la religiosidad es un rasgo del carácter y, como todos atributos que tienen un substrato anatómico, posee una gran variabilidad y así hay personas muy religiosas y personas poco religiosas, dependiendo fundamentalmente de la herencia. En todas las culturas es mayor la asistencia a las ceremonias en la mujer, en la infancia y en la última etapa de la vida.
La religión proporciona numerosas ventajas. En el aspecto individual basta observar la salida de los oficios religiosos para ver que la gente sale contenta y es que los neurocientíficos dicen que, en ese contexto, el cerebro libera occitocina la hormona del amor. Mejor que el opio del pueblo, que diría Marx, hablaríamos del placer del pueblo.
La religiosidad da sentido a la vida, disminuye el miedo a la muerte, atenúa el sufrimiento, suministra ilusiones que no delirios. Proporciona sentimientos de armonía interior, fortaleza ante las adversidades y se producen recuperaciones más sólidas y rápidas en enfermedades y en intervenciones quirúrgicas.
Al producir mayor compasión por el sufrimiento ajeno, puede ser que la gente religiosa sea mejor, por eso no es raro encontrar personas que confunden religiosidad con moralidad. Suelen ser en general buena gente, más compasivas con el sufrimiento ajeno, ayudan más y aportan más a la comunidad.
Las experiencias comunales que se realizaron en el siglo pasado, las que tenían una base religiosa duraron más que las no religiosas. Creer en un dios personal, en una comunicación personal y afectiva con ÉL, con el que hay expectativa de algún tipo de respuesta algo más que el efecto subjetivo y psicológico, representa una enorme ventaja.
En el aspecto colectivo incrementa la cohesión social, promueve la adaptación a la autoridad. Según Darwin, al favorecer la supervivencia, las personas religiosas deberían dejar más descendencia, pues esto es la selección natural.
Enrique Gómez Gonzalvo 8-09-2022 (Referencia 591)