En España ha habido curas para todos los gustos: curas guerrilleros durante la guerra de la Independencia, curas partidarios de Fernando VII, curas liberales (el tercio de los diputados en las Cortes de Cádiz de 1812 eran clérigos, como el mismo redactor de la Constitución), curas filo etarra como en el País Vasco, curas separatistas en Cataluña, curas nacidos fuera de Cataluña simpatizantes con el “procès” catalán como el mismo presidente de la Conferencia Episcopal, nacido en Creta (Teruel), etc.
Lo mismo ha ocurrido con los pontífices en Roma entre los que ha habido liberales, como Juan Pablo II y antiliberales como el papa Francisco.
Juan Pablo II inició su pontificado el 22 de octubre de 1978 con el célebre grito en la plaza de San Pedro ¡no tengáis miedo! que se convirtió en el lema de su pontificado. Se refería al comunismo.
Era la época en la que la teología de la liberación, surgida tras el Concilio Vaticano II, casi se había generalizado en América latina. En la sociedad se había acentuado el relativismo moral tras la revolución estudiantil del 68 y los jóvenes pedían más libertad, también sexual.
El sacerdote Ernesto Cardenal desempeñaba el ministerio de cultura, o mejor sería llamarlo de propaganda, en el gobierno sandinista criminal de Nicaragua. Identificó a Marx con Jesús y convirtió el mensaje del evangelio en una especie de apología del comunismo. Los medios de comunicación europeos, le apoyaron, le adoraron como si fuera una figura romántica que apoyaba la violencia para cambiar el mundo a mejor.
Tras el Concilio Vaticano II las laicizaciones de sacerdotes casi se generalizaron y en varios seminarios se establecieron clubs de homosexuales. Fue en aquella época cundo el papa emérito Benedicto XVI ha situado el origen de la pederastia en la Iglesia que, aunque fueron pocos casos, como el garantismo de los acusados prácticamente excluyó la condena, hizo gran daño a la Iglesia.
En una foto de 1983 en el aeropuerto de Managua, se le ve a Ernesto Cardenal arrodillado ante Juan Pablo II, que le amonestaba señalándole con el índice y le pide a la vez que se reconcilie con la Iglesia.
Muchos años después, el cura guerrillero se dio cuenta de su error, que su opción no había sido por los pobres sino por el socialismo, el mayor productor de pobres en la historia. Denunció la tiranía del Frente Sandinista y le llamó tiranía ladrona.
En el año 2015 afirmó que su encuentro con Fidel Castro había representado para él una conversión análoga al cristianismo, elogió al subcomandante Marcos y al régimen populista venezolano.
Suspendido A divinis por Juan Pablo II en 1984, recientemente, en el 2019 lo restituyó el papa Francisco.
Murió en Managua el uno de marzo del año 2020 a los 95 años de edad pasado año.
Es sorprendente la resistencia de este sacerdote, como la de tantos comunistas a aceptar la realidad. ¿Puede ser un hombre bueno si defiende un sistema político criminal?
En el polo opuesto, pero dirigiendo de la misma Iglesia, está ahora el papa Francisco. Como diría el castizo cuando canonizó a Juan Pablo II y a Juan XXIII, el 27 de abril del 2014, ya “apuntaba maneras”. A Juan Pablo II le definió como” el papa de la familia”. De Juan XXIII dijo “a mí me gusta pensar en él como el papa de la docilidad al Espíritu Santo”. ¿Qué quiso decir?
Nos lo dijo cuatro años después de ser pronunciadas el ex presidente del Senado italiano, liberal y católico, Marcello Pera: “Cuanto dice el papa (Francisco) está fuera de toda racionalidad” “El papa detesta a Occidente y su aspiración es destruirlo”. “Quiere destruir la tradición cristiana, el cristianismo tal como se ha realizado históricamente”.
Enrique Gómez Gonzalvo, 3-09-2022 Referencia 590