El Cristianismo y la Iglesia católica en España y, también en Europa, a nadie dejan indiferente. Para algunos ha supuesto un lastre en el desarrollo de la Civilización y para otros, ha producido la mayor revolución que haya realizado la humanidad cambiando la faz del mundo.
Por primera con el Cristianismo vez se dijo que todos los hombres eran iguales y se habló del perdón, de la caridad, de la dignidad del hombre, de que el ser humano tiene libertad para ejercer el bien o el mal por lo que es responsable de sus actos.
Aunque en el año 380 Teodosio lo impuso como religión oficial del Estado nunca se formó, si exceptuamos la ciudad estado de Roma, un estado teocrático donde coincidieran en una misma persona el poder religioso y el poder civil como ocurre en las repúblicas islámicas con el califa y que tan perjudiciales han resultado para la libertad.
La influencia de la Iglesia católica sobre la sociedad fue inmensa durante toda la Edad Media aunque, también hay que decirlo, no siempre beneficiosa. Quizá el efecto más pernicioso fue la idea que hacerse rico estaba mal visto y prestar dinero con interés era pecado. Esto dificultó enormemente el comercio, el desarrollo de la burguesía y del capitalismo. Contradictoriamente los pobres eran sospechosos porque se pensaba que podrían serlo por sus pecados.
Con el racionalismo de Descartes y el “atrévete a pensar” de la Ilustración comenzó a crecer el ateísmo que no ha cesado hasta el día de hoy. Sin embargo, la religión en la actualidad no es un asunto menor, no es un hecho aislado, está tan anclada en la sociedad occidental que su influencia es extraordinaria. Desligar el legado cristiano, sedimentado desde hace 2.000 años en la sociedad europea y, particularmente en la española, sería muy difícil. Cuando Azaña dijo que España había dejado de ser católica se refería a la Constitución, a la España legal, pero eso era papel mojado.
La explicación a esta aparente contradicción, la dio el profesor Gustavo Bueno. Tras dejar claro que “soy un ateo y creo que Dios no existe” afirmó que la importancia del Cristianismo “no es tanto dios sino la Iglesia católica” y que el “racionalismo del cristianismo proviene de la Iglesia porque dios no es racional”. Coincidió con Oriana Fallaci que afirmó “soy una atea cristiana”.
El ateísmo católico son, pues, aquellos ateos que son cultural, social e históricamente católicos. La base para ellos sigue siendo hacer el bien. Creen que hacer el bien es obligatorio y que no se puede permitir que existan pobres en el mundo.
Enrique Gómez Gonzalvo, 21-08-2022 Referencia 29