En política internacional no hay amigos ni enemigos, sólo intereses que defender. Las guerras no se hacen por motivos éticos, sino por intereses estratégicos, económicos, afán de poder, etc. La ética pasa a un segundo plano.
Este no es el caso de España. Ente nosotros la izquierda cree que no hay que defender los intereses nacionales sino la ideología y la derecha no quiere hablar de intereses en política internacional para que la izquierda no le pueda acusar de inmoral.
Si mandamos nuestras tropas a una misión en el exterior, nunca se discute si nos conviene o no, sino si se debe en términos éticos. Si, por ejemplo, alguien defendiera una intervención militar necesaria para proteger los derechos humanos de una determinada población, alegando que tendría la ventaja añadida que sería útil para asegurar el suministro de petróleo, sería inmediatamente desdeñada por inmoral. Lo cual no obsta para que la ciudadanía crea que es obligación inexcusable del Gobierno asegurar el suministro de hidrocarburos.
Aznar trató de definir una política exterior basada primordialmente en nuestros intereses. Trató de acercarse a las potencias con las que menos problemas teníamos, Estados Unidos y Gran Bretaña. Ayudó a los Estados Unidos cuando nos pidieron algo y ellos hicieron lo propio cuando nosotros los necesitamos, especialmente en la lucha contra ETA y en el asunto de la isla Perejil. Así son los aliados. Esta política nos obligó a estar, que no a luchar, en Irak y todo el electorado socialista y buena parte del conservador se volvió en su contra porque no supieron valorar las ventajas de esa amistad que nos obligaba, si queríamos conservarla, a un apoyo. Así son los aliados.
Con Marruecos, dadas sus ambiciones sobre territorios españoles, Aznar sabía que las políticas de apaciguamiento nunca han dado resultado en política internacional. Después de entregarles el islote de Perejil hubieran ido por Ceuta, Melilla y más adelante por Canarias.
En cuando a la Unión Europa, dado que no podíamos participar en el eje Berlín-París, buscó aliados en países de potencia media, como Polonia.
Zapatero cambió radicalmente toda la política exterior. Por motivos políticos y electoralistas, retiró precipitadamente los soldados españoles de Irak, demostrando que no somos un aliado fiel. Las consecuencias se vieron muy pronto. En la incautación de Repsol YPF por el gobierno argentino, nadie nos ayudó, ni EE. UU ni Europa.
Su diplomacia consistió en aparatamos del mundo Occidental, fundamentalmente de EE UU, GB, Francia, Italia y Portugal por este orden y acercamos al mundo árabe, especialmente a Turquía, con la Alianza de Civilizaciones que fue un invento de Irán. El segundo objetivo de Zapatero era llevarse bien con Cuba y Venezuela.
En cuanto a Sánchez no sabe muy bien quien debe ser nuestro aliado, Marruecos, Argelia o El Polisario y que debe hacer con Ceuta, Melilla y las Canarias, pero cree que cuantas más concesiones haga menos problemas tendrá.
Enrique Gómez Gonzalvo, Actualizado, 14-08-2022, Referencia 63