La comunidad hispana de Estados Unidos, con sus 60 millones de habitantes, supone el 18 % de los norteamericanos. La explicación es que, en algún momento de su historia, la mitad de pobladores de lo que actualmente son los actuales Estados Unidos de América pertenecieron a la Monarquía hispánica.
Esta comunidad no se diluye y lo que les identifica es el español, con periódicos y emisoras en su idioma y, por el simple crecimiento demográfico, puede llegar a ser la mayoritaria de esta nación.
Políticamente, la comunidad hispana, está poco cohesionada, no tienen historia ni española ni mejicana y sus problemas tampoco les interesan demasiado ni a España ni a Méjico, pero su potencia cultural es enorme.
Para los Estados Unidos una comunidad tan poderosa puede representar un peligro si no consigue reducirla, controlarla o dominarla. Por eso son atacados sus mitos fundacionales, para que se sientan avergonzados de su herencia cultural y estén dispuestos a integrarse en la mayoría.
El grupo más numeroso es el que procede del estado de Méjico, anteriormente virreinato del Imperio español. También conviven en ella la mayoría de los que quedaron de las antiguas comunidades indígenas que había cuando llegaron los españoles, pues ahora hablan español, tienen nombres españoles y algunos de ellos son católicos.
Aquellos pueblos eran muy primitivos, sobre todo los que vivían en lo que hoy es California. Estaban en el Paleolítico, no conocían más que el fuego, pero con los franciscanos españoles fundamentalmente, se iniciaron en la agricultura y el censo aumentó. Los pocos que han quedado, que no conocen ni el nombre de la tribu a la que pertenecieron, se llaman así mismos gabrielinos o barbarinos porque pertenecían a la misión de San Gabriel o Santa Bárbara.
Cuando en 1848 se firmó el tratado entre Méjico y Estados Unidos, por el que estos territorios se incorporaron a la nueva administración, se les comunicó que deberían abandonar el territorio que ocupaban e ir a la reserva sin ningún tipo de indemnización. Así se iniciaron las llamadas guerras de los apaches, en las que, al mando del caudillo Jerónimo, lucharon contra el gobernador de Méjico y los norteamericanos.
Durante los cincuenta años siguientes, segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con la fiebre del oro, esta población indígena casi desapareció y los nuevos propietarios valoraron todo lo que era de habla española como negativo. Desde entonces tratan de construir un relato creíble para que al que acusen de genocidio no sea a los blancos protestantes sino a Cristóbal Colón y Fray Junípero Serra, aunque ellos no mataron a nadie. Se trata de afirmar la superioridad moral del blanco protestante sobre la inferioridad moral del blanco católico y se necesita el desprecio de todo lo hispano.
Actualmente, la Comunidad presenta mayor longevidad, mayor esperanza de vida, menor drogodependencia y menor índice de violencia de género, a pesar de ser inferior su nivel de vida. Se atribuye a la solidez de la familia y a lo que allí se llama la familia ampliada, que no existe en el mundo anglosajón y que es considerada, también en España, la mejor ONG.
Si no fuera por los inmigrantes hispanos, Estados Unidos sería un país viejo como Europa, pero ellos son los que dan dinamismo y vitalidad a la economía americana.
Enrique Gómez Gonzalvo, 7-07-2022, Referencia 583