El último informe sobre el cambio climático emitido el pasado año por el grupo de expertos de las Naciones Unidas, compuesto por un centenar de científicos, afirmaba que el cambio del clima se está intensificando y confirma que es producido por el hombre. Pronostican a la vez olas de calor y olas de frío, fuertes precipitaciones, sequías, ciclones tropicales, inundaciones, tsunamis en las costas, epidemias, pandemias, desplazamiento de especies y otros muchos acontecimientos y, confirma que todo será por culpa del CO2 que emiten las fábricas y los coches.
La tierra se calentará por encima de 1,5 grados, que es lo máximo que podría soportar el planeta, pudiendo llegar hasta los 2 grados. El hielo del Ártico disminuirá y muchas plantas y animales «no podrán adaptarse» y morirán. Para evitarlo hay que actuar urgentemente, reducir el CO2 y terminar con el carbón y los combustibles fósiles antes que «destruyan» el planeta.
Todos los científicos que participan en el informe piensan lo mismo, pero no toda la comunidad científica está de acuerdo. Existen muchos científicos de reconocido prestigio, a los que no ha llamado la ONU, que afirman que «no existe emergencia climática, que el calentamiento es mucho más lento de lo pronosticado y que no hay más desastres naturales que en épocas pasadas”.
Los filósofos y “pensadores” pueden decir barbaridades porque son opiniones, pero la ciencia se basa en datos y el único que tenemos es que la temperatura de la Tierra se ha elevado un grado centígrado en los últimos 100 años.
Las verdades absolutas, los dogmas, las creencias se quedan para las religiones. Cuando un científico dice “yo creo” se sale de la ciencia. Por eso muchos hombres de ciencia honestos se escandalizan que, con un solo ese dato, sean capaces de pronosticar hasta el más mínimo detalle sobre el clima del futuro y además les parece extraño que no haya un solo efecto beneficioso. Acertó Popper cuando dijo que un “intelectual”, para tener prestigio internacional, debe ser triste y decir que el mundo está mal.
En el colegio nos enseñaron que la Tierra recibe el calor del sol y que pequeñas variaciones en la órbita que describe alrededor del sol pueden tener gran influencia en la cantidad de energía recibida.
Es difícil entender por qué se da pábulo a las teorías más estrambóticas, por qué se prefiere creer en incongruencias antes que en hechos o razonamientos. Llama la atención que el discurso oficialista sobre el clima es ignorado por los comunistas. En Europa disminuye el consumo de carbón mientras que en China aumenta, pero nadie le va a poner pegas a la quema de carbón por Xi Jumping.
Son muchos los que consideran que la base de la prosperidad para todos se basa en una energía barata y que el fuerte encarecimiento de la misma tendrá como resultado un mayor empobrecimiento económico. No pensaba así Zapatero, que según cuenta Ramón Tamames le dijo en la anterior crisis económica del 2008 ““Déjese estar, Tamames, que el verdadero problema no es la prima de riesgo sino el cambio climático”. ¿Y Sánchez? ¿Qué dirá Sánchez? Como dicen que es un imbécil…
Algún día, esperemos que no muy lejano, la voz de la Ciencia se imponga y tanta superchería sea desmontada, como desde la remota antigüedad lo fueron otras teorías descabelladas o interesadas.
Enrique Gómez Gonzalvo, 4-07-2022 Referencia 644