La izquierda llama “el encuentro”, al descubrimiento, conquista, evangelización y colonización de lo que hoy llamamos Méjico, como si España y el Imperio azteca fueran dos civilizaciones análogas. En el fondo es que a la izquierda no le gusta nuestra historia y le da vergüenza celebrar, recordar y ensalzar las grandes gestas como lo logrado por Hernán Cortés hace 500 años.
Las dos civilizaciones no podían ser más desiguales. En una de ellas, en los aztecas, sus conocimientos se limitaban a la mitología y la magia y su tecnología era escasa, En lo que hoy es California, estaban en el Paleolítico, solo conocían el fuego. La otra sociedad, la española, había desterrado la magia por ser una seudo ciencia y tenía una ideología, una tecnología y unos conocimientos científicos que les permitieron dar la vuelta al mundo.
Los dioses de los aztecas estaban sedientos de carne humana y la no satisfacción podía producir la destrucción del mundo. Los sacrificios humanos practicados en la plaza de Tenochtitlán no tienen parangón en la historia de la humanidad. Allí existen unas torres y unas pirámides con 136.000 cráneos procedentes de los prisioneros sacrificados a sus dioses. Nada que ver esa religión con el catolicismo, cuya superioridad con los cultos aztecas era inmensa. En los altares católicos no había inmolaciones, no se sacrificaban seres humanos y los españoles de aquella época eran incompatibles con la antropofagia y los sacrificios humanos.
Este es el paraíso terrenal que dicen los autores holandeses, franceses e ingleses que destruyó Cortés, al que presenta la Leyenda Negra como una persona cruel, sanguinaria, como un asesino y un traidor que destruyó una cultura porque fue confundido con una divinidad azteca.
Con respecto a la crueldad seguro que sería semejante a la de sus contemporáneos, por ejemplo, la de Moctezuma. Debemos situarnos en aquella época en el que la vida humana no valía nada y los problemas se resolvían matando, como sigue ocurriendo hoy en muchos casos. Mataban en cada circunstancia con instrumentos diferentes, pero todos mataban porque todos seres humanos están hechos con el mismo patrón.
Decía Octavio Paz que el problema que tienen los mejicanos es que no reconocen que Hernán Cortés es el padre de la nación mejicana, el que fundó Méjico.
Enrique Gómez Gonzalvo, 20-06-2022, Referencia 574