Los socialistas explican así la Segunda República en los colegios: había una vez una república democrática en la que se respetaban los derechos de los ciudadanos y, de pronto, unos generales fascistas y unos curas carcas se rebelaron contra ella e iniciaron una guerra que duró 3 años y los golpistas se mantuvieron en el poder durante 40 años.
Nada más lejos de la realidad. La Guerra Civil, no fue una rebelión de la derecha cerril, fascista y militarista contra una bucólica Segunda República, ilustrada y democrática. Fue en su origen una lucha a la desesperada de la derecha religiosa, política y social para evitar su aniquilación por una izquierda sectaria y decididamente revolucionaria.
La Segunda República nació enferma por voluntad de sus progenitores, pues debido a su escasa vocación democrática desde el principio decidieron que nadie salvo ellos tenía títulos para gobernar. Su primer error fue el empeño en erradicar el catolicismo del alma de la nación, a lo que denominaron «la cuestión religiosa». La quema masiva de iglesias y conventos tras su proclamación no obedeció al impulso espontáneo de una masa ignorante sino que fue un objetivo premeditado.
De las dos corrientes que había en el PSOE, la que triunfó no fue la moderada de Besteiro que disponía de un tercio del partido sino la de Largo Caballero y Prieto que se bolchevizó.
Tras perder las elecciones de 1933, ya en la oposición, en una estrategia criminal y suicida provocaron el golpe de Estado de 1934 con la Revolución de Asturias, que fracasó.
Tras la creación del Frente Popular en 1936, para provocar al ejército y desencadenar la guerra, los escoltas de Prieto asesinaron a Calvo Sotelo, jefe de la oposición. Lo había anunciado Besteiro: “nos llevarán a la Guerra Civil, que además no están seguro de ganar”. Prieto lo comprendería más tarde cuando en el exilio mejicano pidió perdón a los españoles por haber organizado el golpe del 34.
El asesinato de Calvo Sotelo disipó las dudas que tenían muchos derechistas, entre ellos el General Franco, sobre si debían mantener la lealtad a un régimen que azuzaba y permitía el asesinato del disidente.
Hoy, el Partido Socialista no reivindica la fracción moderada de Besteiro, sino la de Largo Caballero y de Negrín, que son las que nos llevaron a la guerra civil. Siguen con ese odio patológico, con ese afán irracional de excluir a la derecha, son amigos de Venezuela y de la Habana, pactan con los separatistas y los comunistas de Podemos para mantenerse en el poder y no han renunciado a la revolución.
Enrique Gómez Gonzalvo, 5-06-2022, Referencia 231