Hasta que se inició la guerra de Ucrania, el mundo, que siempre ha estado muy mal, iba cada vez mejor. La expansión de las ideas y de los gobiernos liberales, de la globalización, del comercio y de la libre empresa estaba produciendo una reducción de la pobreza en el mundo como nunca se había visto.
En 1820, de las 1.100 millones de personas, que había en el mundo, más de mil vivían en condiciones de extrema pobreza con menos de 2 dólares al día. Actualmente las que estaban en esta situación no pasaban del 7 % y la tendencia a mejorar era extraordinariamente buena.
Los que creen que esta mejoría no era real, que no son pocos, que se lo pegunten a los chinos, indios, a casi todos asiáticos, a la mayoría de los africanos e incluso a los europeos. Morir de viejo antes era el privilegio de unos pocos, hoy es la norma. La esperanza de vida ha pasado de 61 años en 1971 a 75 en el 2015 y el hambre ha descendido del 28 al 11 % de la población.
Esta mejoría no es la percepción de la mayoría de la sociedad occidental. Los que tenían que contar como iba el mundo, fundamentalmente periodistas, como la mayoría de ellos son progres, si dijeran la realidad tendrían que reconocer que la causa de la bonanza es el capitalismo y la globalización con lo que se vendría abajo su andamiaje ideológico y precisarían de una categoría moral de la que normalmente carecen.
La izquierda, cuando habla de la quiebra del actual modelo de organización social que es el que ha sacado de la miseria a millones de personas, anuncia el apocalipsis posmoderno. Sustituye los cuatro jinetes clásicos por el cambio climático, la sustitución de hombres por máquinas y la masificación turística. La conclusión es que hay que volver al pasado, resurgiendo el mito del buen salvaje.
Íñigo Errejón decía hace no tantos años «tenemos prisa, tenemos urgencia para heredar el gobierno. Si tenemos que esperar nos encontraremos con una economía destruida, las pensiones saqueadas, las instituciones despilfarradas, unas condiciones de trabajo peores y seremos la generación más preparada pero exiliada y con muchas leyes represivas”.
Repiten sin desmayo que el sistema capitalista ha fracasado y que ha demostrado ser incapaz de resolver los problemas económicos por lo que la humanidad no tiene más alternativa, si quiere sobrevivir, que hacer la transición a una economía planificada, al socialismo.
Enrique Gómez Gonzalvo 4-06-2022 Referencia 413
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