Felicidad y bienestar con frecuencia se confunden, pero son conceptos diferentes. En el bienestar influyen más los factores que vienen de fuera y en la felicidad los que vienen de dentro.
La felicidad no tiene nada que ver con la realidad, con lo que nos pasa, sino como la interpretamos dependiendo del estado emocional de nuestras creencias de la educación y de las vivencias personales.
La felicidad es difícil de definir porque es un concepto subjetivo. Se trata del estado de ánimo basado en las emociones, en el grado de autoestima y en unas sustancias químicas que genera el organismo. Se les llama hormonas de la felicidad, pero en realidad son neurotransmisores: serotonina, endorfinas, dopamina y occitocina. Se activan en situaciones muy diversas: con el ejercicio, bailando, ingiriendo dulces o comidas picantes, tomando el sol, escuchando música, a través del sexo, con la meditación, etc.
Lo más más importante para la felicidad es la autoestima, estar bien consigo mismo, que además es necesario para estar bien con los demás. Es preciso perdonar nuestros errores y los de los demás sin negar la realidad, evitar el exceso de autocrítica y aceptar los fracasos y nuestras limitaciones.
Las relaciones humanas son irreemplazables. Los vínculos familiares, las relaciones de pareja con amigos y con las personas en general son muy importantes. El abrazo produce una descarga de dopamina. La soledad, tremendamente dañina, es el mal de nuestra sociedad. En Madrid el 30 % de los hogares son unipersonales.
La neurociencia nos ha enseñado que el altruismo, la ayuda a los demás y la práctica de una religión, sea cual sea, aumenta la secreción de dopamina. Será por eso que, con cierta frecuencia, personas que han perdido la fe sienten nostalgia.
En cuanto a la edad, la mayor liberación de dopamina se produce a los 21 años y va disminuyendo. Algo tendrá que ver con ello el hecho de que el adulto tiene 30 risas al día y después de los 75 años pocos pasan de 25.
Lo de la infancia feliz es un mito. El niño es un ser atormentado que busca el cariño y la aprobación del padre siendo esta la causa de la rivalidad ente hermanos: ser el preferido del padre. Caín mató a Abel por esta razón.
También es falsa la idea de la felicidad en la juventud. Quizá la peor época de nuestra vida sea al final de la adolescencia, hacia los 18 años Un estudio realizado por la Universidad de Michigan llegó a la conclusión que la edad madura, en su fase final, antes que aparezcan problemas severos de salud o de pérdida de energía, es la época más feliz de nuestra vida.
Enrique Gómez Gonzalvo, 2-06-2022, Referencia 616
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