Para el creyente la conciencia viene a ser como “una voz” que le dice si lo que está bien o mal. En neurología se dice que una persona está consciente cuando se percibe a si misma como un ser único y diferente al resto del mundo y esta conectado con el mundo exterior. Se dice que hay una disminución del nivel de conciencia cuando hay una menor lucidez mental, como ocurre en ciertos traumatismos, intoxicaciones y en algunas enfermedades.
Los actos y los movimientos voluntarios o las decisiones que tomamos, son actos conscientes. Los actos o movimientos involuntarios son actos inconscientes.
Cuando una persona ha perdido la conexión con el mundo exterior, por ejemplo por un traumatismo, se dice que está inconsciente. La pérdida de conciencia a veces no es total y algunos pacientes pueden responder a determinados estímulo lo que indica cierta actividad cerebral y, entonces, se plantea el problema ético sobre si es lícito “desconectar”.
Si el paciente está despierto y con los ojos abiertos, pero no responde a nuestros estímulos, decimos que está en estado vegetativo.
Autoconsciencia es la capacidad de reconocerse ante el espejo. Antes se consideraba una capacidad exclusivamente humana, hoy sabemos que se puede presentar en algunos chimpancés, delfines o ballenas y últimamente se ha observado en elefantes. Pero si no somos los únicos que tenemos autoconsciencia si quizá seamos los únicos que somos conscientes de que somos conscientes.
La pérdida de conciencia de corta duración recibe el nombre de síncope o desmayo y si es de larga duración hablamos de coma.
En los traumatismo cráneo encefálicos, la mayoría producidos por accidentes de circulación, puede haber lesión cerebral y conservar las funciones cardio circulatorias, respiratorias y de regulación de la temperatura. Es el estado de coma cerebral. El paciente parece dormido las 24 horas del día y no hay apertura del globo ocular en ningún momento del día.
Si el paciente no fallece y tampoco sale del estado de coma, a los 4 ó 5 días puede pasar al estado vegetativo crónico en el que sí hay periodos de sueño y vigilia pudiendo parecer a veces que está despierto y que abre los ojos, pero no es consciente de lo que ocurre a su alrededor, no existe conexión ni interacción con el ambiente. En esta situación pueden estar mucho tiempo, incluso años, si bien es difícil la recuperación pasados los 6 meses, sobre todo en mayores de 40 años. Lo normal es que muera o que pase al estado de demencia profunda. En resumen, se puede pasar del coma al estado vegetativo y posteriormente a una demencia profunda, pero el paciente puede fallecer en cualquiera de estas fases.
El debate sobre la eutanasia no es médico, es fundamentalmente un debate cultural, social y moral. Está en primer lugar el derecho a la vida, el primero de los derechos humanos, pero también es fundamental el derecho a la libertad de la persona para tomar decisiones en torno a su propia vida y si el Estado también puede inmiscuirse en estos temas. El problema se puede plantear en el futuro por la longevidad.
Una persona puede llegar a vivir 122 años, si nos atenemos a Jeann Calment, la francesa que ostenta el record de longevidad humana demostrada. De forma que el cazador del Paleolítico, por sus genes podría haber vivido 122 años, si las condiciones ambientales lo hubieran permitido porque la genética no ha cambiado desde entonces.
La longevidad puede aumentar de forma extraordinaria por un nuevo factor: la investigación científica. En los últimos 10 años se ha avanzado considerablemente en el conocimiento de los mecanismos biológicos, químicos y genéticos del envejecimiento de las células, pero sobre todo en la regeneración celular. Esta perspectiva entraña consecuencias sociales, económicas, éticas, religiosas y políticas, insospechadas.
Enrique Gómez Gonzalvo 29/06/2022 Referencia 559
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