
No importa que vivamos en la mejor época de la historia de la humanidad y en el mejor de los mundos posibles. Que el porcentaje de la población mundial con desnutrición en 1935 fuera más del 50 % y ahora estamos cerca del 10 %. Que la tasa de analfabetismo hace 200 años era del 90 % y ahora rozando el 10 % y cayendo. Que la tasa de homicidios en Europa se hunda. Que cada vez seamos más verdes. O que finalmente la superficie de bosques en Europa haya crecido en los últimos 70 años.
No importa tampoco que todo esto se haya conseguido en los 200 últimos años con el desarrollo del capitalismo y de la democracia liberal. Ni que se haya demostrado que éstas sean las únicas fuerzas descubiertas capaces de mantener una población inmensa con niveles crecientes de bienestar y con los mayores grados de libertad y defensa de los derechos humanos.
La utopía comunista goza de buena salud. Ellos consideran que el mundo está mal hecho, que pueden corregirlo, que están en posesión de la verdad porque su socialismo es “científico”, que ellos no precisan revisar constantemente sus teorías para corregir posibles errores.
Inasequibles al desaliento, su objetivo consiste en debilitar las sociedades democráticas, destruyendo los referentes religiosos, morales y nacionales de Occidente mediante la infiltración en los medios de comunicación, en el sector educativo y entre los intelectuales y artistas.
La base del comunismo siempre será el odio, ladestrucción de esta sociedad capitalista que es totalmente mala, la liquidación de todo lo existente, partir de cero, controlar la educación, crear el hombre nuevo, organizar una sociedad sin propiedad privada, igualitaria, uniformada incluso en la comida y en el vestido y en la que cada miembro tenga la obligación de denunciar a losdemás.
Son maestros en la propaganda política, en la mentira histórica y en la hipocresía. Por ello a pesar que el número el numero de condenados por el tribunal de la Inquisición en España en los siglos XVI y XVII no llegó a 1.400 y solo en la Vendée murieron 1.200 a manos de los jacobinos durante le Revolución francesa además de los 15.000 guillotinados en París, llamamos inquisidores a los intolerantes en vez de decir que son jacobinos, chekistas o simplemente comunistas.
Enrique Gómez Gonzalvo, 12-04-2022, Referencia 219
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